La tormenta del caso de los ERE no ha interrumpido el optimismo preelectoral de Pedro Sánchez que, al menos de cara a la galería, dedica pocos esfuerzos a hablar del procesamiento de los expresidentes socialistas de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán.
Un día después de que el juez Álvaro Martín haya anunciado que los expresidentes socialistas irán al banquillo por prevaricación, el candidato del PSOE ha salido exultante en un acto de precampaña en Santa Cruz de Tenerife, donde ha puesto de nuevo el foco en sí mismo: dice estar convencido de que será el próximo presidente del Gobierno y ha vuelto valorar sus propios esfuerzos por formar Gobierno tras el 20D. “¿Quién se presentó ante el jefe del Estado para formar Gobierno? ‘C’est moi’”, se ha autorrespondido, con confianza, el líder socialista.
Pero ni una alusión directa –al menos ante los medios de comunicación- a los causantes de una de las mayores crisis que puede ver el PSOE de los últimos tiempos. La única mención de refilón que ha hecho -y con la que parecía referirse más al Partido Popular que a Chaves y Griñán- es su idea de un “gobierno de honradez intransigente” que ya lanzó ayer después de pedir que se respetase la presunción de inocencia de los expresidentes andaluces.
También ha hablado del obligado cumplimiento del código ético del PSOE, ese que ya no se puede aplicar a ninguno de los que fueran presidentes de la comunidad con más apoyo socialista de España. Ambos decidieron devolver sus carnés del partido tras conocerse el procesamiento y antes de que ningún mecanismo interno pudiera penalizarles.
Pese a la ausencia de menciones explícitas a los ERE, el líder socialista se ha empeñado en hablar de “limpieza” en el partido y en su contraposición a la corrupción en el PP. De hecho, ayer trató de desvincularles con el enriquecimiento personal. “No están siendo investigados por haberse lucrado”, apuntaba Sánchez, cuyo partido parece convencido de que el caso no afectará a las urnas el 26J.
Propuestas vs polémica
Con la que está cayendo, Sánchez ha intentado dar un poco de brillo a sus propuestas en material laboral pese a los buenos datos de paro que ha anunciado hoy el Gobierno. El socialista ha atacado a la precariedad del empleo de Rajoy y ha relanzado un aluvión de propuestas en materia laboral. Es más, ha asegurado que la primera medida que tomará cuando llegue a La Moncloa es la derogación de la reforma laboral, el establecimiento de un ingreso mínimo vital en cuatro meses y la subida el Salario Mínimo Interprofesional en el 4%.
También ha prometido que creará 200.000 puestos de trabajo en las administraciones públicas; un plan de acreditación profesional para jóvenes y el “recargo de solidaridad” a las grandes fortunas para financiar las pensiones. Pero de los ERE, ni una palabra.
Susana, también con anuncios
También ha aprovechado la tesitura Susana Díaz para dar un golpe de efecto entre los funcionarios andaluces en plena tormenta del PSOE andaluz. Un día después de defender que Chaves y Griñán “no se han beneficiado de los cargos que han ocupado”, la presidenta ha anunciado que reducirá la jornada laboral de los funcionarios andaluces a 35 horas.
Los intentos de Díaz por hacer desaparecer del mapa a los expresidentes no han sido suficientes para evitar el impacto mediático de su procesamiento. Susana Díaz ha eliminado a sus antecesores de actos institucionales y de partido desde que ganó las andaluzas y ha intentado a toda costa hacer ver este asunto como algo del pasado, pese a que fue Griñán la que le colocó a dedo en la presidencia de la Junta cuando dimitió.
Pero es posible que las medidas de Díaz y la cobertura que intenta hacerle Sánchez con su optimismo forzado no sean suficientes para calmar las aguas del PSOE en Andalucía, un problema para los socialistas que excede las fronteras de su mayor caladero de votos, donde un patinazo puede suponer una auténtica catástrofe para Pedro Sánchez.
Paula Pérez Cava