Todo se fraguó entre los gobiernos español y portugués a partir de 2011 y se oficializó el 13 de mayo de 2013 en Madrid. Aquel día, los gobiernos de España y Portugal celebraron una Cumbre Ibérica que arrancó deslucida debido al fracaso del eterno proyecto del AVE Madrid-Lisboa, que estuvo a punto de ver la luz cuando José Luis Rodríguez Zapatero y José Sócrates estaban, respectivamente, al frente de los gobiernos de Madrid y Lisboa. Para 2013 la crisis había destrozado las economías de ambos países: Portugal había sido sometido a un durísimo rescate y España había tenido que pedir también ayuda a la UE para salvar a su sector bancario, y el plan de la alta velocidad ibérica suponía un coste inasumible. Fue en ese contexto que los gabinetes de Mariano Rajoy y del portugués Pedro Passos Coelho encontraron en el relanzamiento del ferrocarril Vigo-Oporto un proyecto asequible que presentar a sus respectivos países como un éxito de la cooperación transfronteriza.
Nació así el flamante Tren Celta como sustituto de la vieja Línea del Miño entre las dos principales ciudades del llamado Eje Atlántico. Por la parte española el proyecto había recibido un fuerte impulso de la entonces ministra de Fomento y ahora presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, de quien Passos Coelho alabó en aquella Cumbre Ibérica su «firme implicación» para salvar una conexión ferroviaria que Comboios de Portugal (CP) -organismo equivalente a Renfe en el país vecino- quiso cerrar en 2011 por ser deficitaria. El propio Mariano Rajoy confirmó el empeño de la entonces ministra (gallega y gallego-hablante, aunque nacida en Zamora) en una conversación informal con altos cargos lusos. En ella puso en valor que, además de ministra de Fomento, Pastor era diputada por Pontevedra.
Las novedades acordadas en aquella Cumbre Hispano-Lusa para la reforma y «potenciación» del servicio Vigo-Oporto fueron, por un lado, la comercialización de un billete único. Hasta entonces había que comprar dos para hacer todo el trayecto: uno de Renfe para el tramo entre la ciudad olívica y la frontera y otro de CP para recorrer el territorio portugués. También decidieron reducir a tres las paradas intermedias para acortar a dos horas y quince minutos un viaje de sólo 160 kilómetros que antes duraba tres horas y media. Por último, decidieron acabar con el sistema vigente hasta entonces de tener que cambiar en la frontera al maquinista y al interventor, para que el tren siempre estuviera dirigido y administrado por profesionales nativos del país por el que circulara. En adelante, los portugueses conducirían las operaciones que partieran desde Vigo y los españoles cuando las salidas se efectuaran desde Oporto.
Recelos de los sindicatos
Presidieron la firma de ese convenio Ana Pastor, por parte española, y el ministro de Economía y Empleo de Portugal, Álvaro Santos Pereira. Ambos asistieron, además, al viaje inaugural de Tren Celta, en uno de los viejos S592 alquilados por Renfe a CP.
De inmediato, el Ministerio de Fomento y Renfe empezaron a trabajar en la adaptación de la línea a las nuevas medidas. Y pronto surgieron los recelos, pues los sindicatos de ferroviarios nunca vieron con buenos ojos la medida del maquinista único. El descarrilamiento de un tren el pasado viernes en O Porriño, que causó la muerte de cuatro personas, entre ellas el maquinista portugués, ha vuelto a poner sobre la mesa las quejas de las centrales contra esta decisión por los problemas de seguridad que puede acarrear.
Ya a finales de junio de 2014 la sección de ferroviarios de CGT envió varios escritos al Ministerio de Fomento para pedir que la entrada en vigor del nuevo servicio Vigo-Oporto, sin cambio de maquinista, fuera aplazado «hasta mejorar la seguridad» en el tramo portugués entre Valença do Minho y Nime. La CGT advertía de que la medida no depararía ninguna mejora en los tiempos de viaje, ya que en Valença había que parar para cambiar el sistema de seguridad del tren, del ASFA español al más rudimentario Convel de Portugal, y viceversa. Alegaban, además, que los maquinistas españoles se verían obligados a circular sin balizas hasta llegar a Nime.
Fomento desoyó aquellas quejas de los ferroviarios, que han vuelto a estallar a raíz del accidente de O Porriño. El sábado, durante una concentración de duelo de los trabajadores del sector en la estación de Vigo, el maquinista y secretario del Comité de Empresa de Renfe de Pontevedra, Sergio Lloves, hizo hincapié en que los sistemas de seguridad en los tramos español y portugués son muy distintos e insistió en que «sería mucho más seguro que los maquinistas portugueses circulen en Portugal y los españoles en España». Lloves resaltó que los convoyes están obligados a parar siempre en Valença do Minho para cambiar el sistema de seguridad, parada que podría ser aprovechada para realizar también el cambio de maquinista sin que ello supusiera una demora adicional, como se hacía antes de 2013.
Juan Francisco Sánchez, coordinador del sector ferroviario de CGT en Galicia, recordó en el mismo acto que su organización ya había reclamado años atrás que los maquinistas de uno y otro lado no cruzaran la frontera. «No supone ninguna mejora operativa» y «es más seguro que cada uno lleve el tren en su país».
Comunicación telefónica
El problema, según fuentes del sector ferroviario, radica en la diferencia en los sistemas de seguridad y en los sistemas de aviso. En Portugal, la comunicación entre el maquinista y el centro de control se realiza, sobre todo, por teléfono, y eso requiere una buena comprensión del idioma portugués. Para los maquinistas españoles llamados a circular por territorio portugués, la cuestión se solventó con un curso de homologación que incluyó el aprendizaje del portugués a marchas forzadas.
Mientras afloran las quejas, sigue su curso la investigación para averiguar la causa del accidente de O Porriño, que según las fuentes del sector consultadas cada vez más apunta a una exceso de velocidad del maquinista portugués en el momento del desvío del tren a una vía secundaria por las obras. Este lunes, el ministro de Fomento y Justicia en funciones, Rafael Catalá, anunció que serán los presidente de Renfe y del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) quienes comparezcan en el Congreso para informar del siniestro.
César Calvar