Un total de 199 españoles han viajado a Siria e Irak para enrolarse en las filas del Dáesh, una cifra muy inferior a los 2.100 de Francia (400 de ellos menores) e incluida en los 7.800 de Europa y los 42.900 extranjeros de todo el mundo.
Son cifras que se han facilitado hoy en el Cuarto Foro Elcano sobre Terrorismo Global que hoy se ha celebrado en Madrid bajo el título «Prevención de la radicalización violenta, desradicalización y rehabilitación de terroristas».
El jefe de área de estrategia del Centro de Inteligencia contra el terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), José Luis Serrano, ha sido el encargado de clausurar el foro, en una intervención en la que ratificado esa cifra de 199 combatientes españoles, si bien esta mañana el presidente del Centro Marroquí de Estudios Estratégicos, Mohammed Benhammou, ha señalado que eran 450, más del doble.
Serrano se ha referido también a la iniciativa Stop Radicalismos, puesta en marcha por el Ministerio del Interior en diciembre pasado para que los ciudadanos puedan avisar a través de diferentes medios -correo electrónico, página web o teléfono- de posibles casos de radicalización.
De acuerdo con sus datos, las 2.564 comunicaciones ciudadanas recibidas hasta ahora han permitido la apertura de 45 operaciones policiales relacionadas con el terrorismo yihadista y han alertado de once posibles casos de combatientes que podrían viajar a Siria o Irak para unirse al autodenominado Estado Islámico, o Dáesh.
Cada día se reciben una media de entre 8 y 10 avisos y el 37,7 por ciento de ellos han sido valorados de interés, mientras que un 23 por ciento han tenido un tratamiento policial.
Asimismo, 33 comunicaciones ofrecieron datos que ya estaban investigando las fuerzas de seguridad por terrorismo o crimen organizado.
En la jornada ha intervenido también el titular del Juzgado Central de Menores y de Vigilancia Penitenciaria, José Luis Castro, quien ha explicado que entre 2003 y 2008 se juzgaron 44 casos de menores por su relación con el terrorismo de ETA, ya que solo uno fue por los atentados del 11M.
En la actualidad ha entrado en el juzgado 13 casos de menores por terrorismo yihadista, de lo que once están pendientes de sentenciar.
Son muchachos que, según ha relatado, quieren viajar a Siria para ser soldados o, en el caso de las menores, para ser madres y esposas de los combatientes.
Castro ha subrayado el proceso «rapidísimo» de radicalización de estos menores, que dura apenas unos meses, y ha instado a las familias a que se percaten de los cambios en la forma de vestir y en el comportamiento de sus hijos porque son la «alarma» de esa posible radicalización.
En su mayoría los menores detenidos son españoles de origen marroquí, procedentes de Ceuta, Melilla o Cataluña, se radicalizan en internet y sus familias son «muy muy pobres», con situaciones que el magistrado ha calificado de «realmente calamitosas».
Una ausencia de control familiar, con parientes cercanos con antecedentes, con fracaso escolar y víctimas y victimarios a la vez completan el perfil de esos menores.
Durante la sesión de esta mañana, expertos extranjeros han apostado por planes de rehabilitación para los combatientes retornados, una de las asignaturas pendientes en la lucha contra el yihadismo, a la vez que han pedido programas más locales e individualizados de prevención.
Ha sido el ministro consejero de la Embajada de Estados Unidos en España, Krishna R. Urs, el primero en intervenir y el primero en alertar de ello, porque de los más de 40.000 combatientes extranjeros de 120 países que han viajado a Siria o Irak volverá un buen puñado, por lo que es necesario «hacer frente» a esta situación y garantizar que su vuelta no suponga la radicalización de otros.
Todo ello desde el convencimiento de que la radicalización puede ser prevenida, pero también interrumpida y revertida, como ha dicho Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcano, promotor del foro.
Porque, tal y como ha enfatizado Magnus Ranstorp, responsable del centro de concienciación sobre la radicalización puesto en marcha por la Comisión Europea, muy pocos países cuenta con programas pensados para los retornados.
Y es que, en opinión de Rohan Gunaratna, un experto de la Universidad de Singapur que ha estudiado el fenómeno de la radicalización en el sur y sudeste asiático, son tres las razones que obligan a poner en marcha planes de rehabilitación: evitar que esa persona siga siendo un terrorista, que sea un «virus» que «disemine» sus ideas o que se convierta en un «icono».
Efe