Pedro Horrach, fiscal anticorrupción que ha investigado el Caso Nóos defendió esta mañana en un desayuno informativo de la revista Vanity Fair lo mismo que en el sumario: la inocencia de la Infanta Cristina de Borbón en la gestión presuntamente irregular de las empresas de su marido, Iñaki Urdangarin. Quizás la coherencia sea un valor sorprendente, pero el fiscal ha asegura con asertividad que “la presunción de inocencia saltó por los aires desde el minuto uno en que la Infanta fue imputada”. Una asertividad necesaria ante la insistencia sobre las posibles presiones de la casa Real en el procedimiento judicial: “La Casa Real supone cero en la vida judicial”, ha dicho sin más contemplaciones. Para Horrach la posible condena en la sentencia que se hará pública en las próximas semanas “sería una sorpresa”. “Sería la primera vez en España no sólo que se sienta a alguien en el banquillo por hechos similares, sino que encima sería condenada”. Con un discurso pausado, casi a ritmo de ser un dictado escolar, con un punto de sorna, el fiscal ha dicho que lleva con cierto “humor” “que me llamen el abogado defensor de la Infanta”.
Lo cierto es que este asunto ha enturbiado sus relaciones con el juez instructor de la causa, José Castro. A la pregunta de cómo se lleva con Castro, Horrach ha respondido: “¿No me podría hacer otra pregunta?”. El Caso Nóos es un vendaval que ha dejado pocas cosas como estaban. Ni la monarquía –empezando el tiro por lo alto–, ni la Justicia –con resoluciones inéditas en la historia judicial española–, ni, por hablar de lo concreto, la vida personal del fiscal Horrach. El protagonista del desayuno –que fue portada de la revista– reconoce el “hastío” y el “desgaste” por llevar una causa así, lo que le ha llevado a retirarse del Ministerio Público y pedir una excedencia para dedicarse a la abogacía. Y, ya que hablamos de asuntos personales, también ha emprender un viaje con su esposa, largamente aplazado, a Centroamérica.
Así, entre Noos, principios de la Justicia y los viajes ha transcurrido el desayuno en el Hotel Órfila, afamados sus croisanes y sus zumos de naranja, con una personalidad en cierto modo compleja y que ya tiene un pie fuera de la carrera de la fiscalía. Eso proporciona, sin duda, más libertad a la hora de expresarse. Bregado tras seis meses de relaciones con los medios durante el juicio, no ha obviado ninguna cuestión, por incómoda que ésta fuera. No ha quedado fuera de su contundente discurso ni el exministro Fernández Díaz, que hoy va es nombrado presidente de Comisión en el Congreso, de quien pidió el cese tras conocerse las grabaciones sobre asuntos judiciales en Cataluña.
Uno de los factores más explosivos del ya de por sí incendiario Caso Nóos es la presencia como acusación particular del pseudo sindicato Manos Limpias y su letrada, Virginia López Negrete. Ha sido duro al calificar las formas de Manos Limpias como “abuso del derecho o fraude de ley”. Cree que ha faltado “valentía” para actuar contra las acusaciones particulares “y proteger las Instituciones”.
Puede que Horrach esté medio fuera de la carrera, incluso que sea balear, pero eso no lo aparta de cierta querencia al corporativismo. Primero, al asegurar que no se puede tratar igual a una acusación particular que a la Fiscalía –“nos lo hemos currado, tenemos una carrera”–, y luego al analizar el nombramiento del nuevo fiscal General de Estado, el magistrado José Manuel Maza. Horrach cree que “no se entiende que no esté en la cúpula alguien que no sea fiscal”, si bien reconoce que el nombramiento se atiene a la ley.
La Fiscalía es un órgano jerárquico que depende del Ministerio de Justicia. Pero el hecho de que “el Gobierno ordene la política criminal” no quiere decir, a juicio del fiscal balear, que pueda dar órdenes directas a los fiscales sobre casos concretos. “Pero para eso somos funcionarios públicos, y fiscales, tenemos una seguridad que nos ayuda a evitar cualquier tipo de presión”. En ese sentido se ha considerado una “perversión del sistema” el cese del director General de la Abogacía de Baleares por el Gobierno regional. Se ha producido, según Horrach, “porque los criterios jurídicos no eran acordes con el Gobierno regional”, que preside la socialista –y “pedrista”, por cierto– Francina Armengol.
Armengol es una presidenta balear que se une a la larga lista de presidentes baleares que se las tiene tiesas con la Justicia. El caso más señalado y grave es el de Matas –Armengol no está imputada en nada, solo hay un escándalo urbanístico sobre su piso de lujo–, imputado en numerosas causas. Puesto a pisar charcos, Horrach se ha manifestado partidario “de llegar a acuerdos” entre la fiscalía y Jaume Matas. “Siempre que se pueda recuperar el dinero para las arcas del Estado”, ha rubricado.
F. de Castro