Todos los populismos buscan en las tradiciones políticas y sociales la legitimación de sus discursos. Trump apeló a los trabajadores blancos, al parecer empobrecidos por el comercio aunque, en realidad, sus votantes tenían una renta por encima de la media. Pablo Iglesias ha recurrido, para sostener la política de la ira que ampara a otra referencia mítica en la izquierda: la clase obrera. Esta semana en la presentación de un Libro, Iglesias declaró su ruptura con la clase media ( «un concepto burgués») y su voluntad de convertir a Podemos en una formación vinculada a la clase obrera.
EL CIS ofrece dos instrumentos – el Análisis postelectoral y el Barómetro- que presenta en variables políticas o sociodemográficas que permiten saber si el obrero que busca Pablo Iglesias se muestra dispuesto a ser seducido por la ira, la incorrección y el conflicto de clase.
Lejanía a la politización y a la agenda política de Podemos.
Tanto si se utilizan las categorías laborales del Instituto Nacional de Estadística (INE) como su clasificación por clases sociales, los documentos del INE certifican una evidente lejanía cultural de la clase obrera hacia las posiciones de Podemos.
Le guste o no a Pablo Iglesias los que le votan y coinciden con sus análisis son la clase media alta y las nuevas capas urbanas, integradas por profesionales, comerciantes, pequeños empresarios y trabajadores administrativos, además de estudiantes, en general hijos de los anteriores.
Los trabajadores y trabajadoras, cualificados o no, mantienen una preocupación por la política menor que los otros sectores sociales y menores preocupaciones por las campañas políticas. En materia de agenda política, la preocupación por el desempleo es superior a la de otros sectores sociales – clases medias especialmente- más preocupadas con el sistema político que la clase obrera. El 51% de los trabajadores y trabajadoras, finalmente, se sienten satisfechos con la democracia lo que aleja de las posiciones de Podemos.
Más rechazo y menos voto
Mientras solo el 16% de la clase obrera española se autoubica en las posiciones de extrema izquierda, el 50% considera que Podemos se encuentra en esa circunstancia, lo que afecta sin duda a la mayor o menor simpatía que puede producir Podemos.
El 48,7% de los obreros cualificados y el 42,8% de los no cualificados expresan que nunca votarán a Podemos. Porcentajes que son más altos de los que afectan a IU (44% y 41%9) y mucho más que la barrera electoral del PSOE que se sitúa de media en el 35% del electorado obrero. Grado de rechazo que se traduce en una valoración de liderazgo en la que Iglesias sale igualmente perdiendo frente a otras alternativas.
El grado de cercanía que expresa la clase obrera respecto al PSOE es doble del que expresa respecto a Podemos.
El resultado es que el obrero que busca Pablo Iglesias vota al PSOE (30%) casi tres veces de más que a Podemos (11%). Incluso el electorado obrero abstencionista hubiera votado al PSOE el doble que a Podemos. Donde Podemos le gana al PSOE es en al clase media alta y donde se aproxima es en las nuevas clases medias urbanas.
La socialización de la opinión
Hay una razón evidente para que la estrategia de Podemos se base más en el ruido – “lo políticamente incorrecto”- antes que en la institución. Es porque, precisamente, la clase obrera española no socializa su opinión en los círculos en los que mejor se mueve la formación de Pablo Iglesias. Ni Twitter, ni internet ni La Sexta: esos son domino de la clase media.
Cuando Iglesias propone “politizar el dolor” o pide a los Sindicatos que convoquen una Huelga General, esta sugiriendo interrumpir la secuencia vital de la clase obrera para comunicar su alternativa política; ya que aquí no funcionan los mecanismos que si sirven con la clase media y alta.
La paradoja fiscal y las rentas
España es un país paradójico en el que la clase alta y medio alta demanda servicios públicos y no le importa pagar impuestos mientras la clase obrera rechaza el crecimiento de los impuestos, aunque estos se traduzcan en más servicios públicos.
La clase obrera permanece atada al principio del empleo, expresando muchas mayor preocupación por el desempleo que por los sistemas más relevantes del estado protector como la sanidad o la educación. Por el contrario, las clases medias aunque habían recurrido al mercado privado, reclaman sistemas públicos porque tienen menos colchones protectores, en general las clases medias son más jóvenes, están más afectadas por la crisis generacional. La clase obrera esta menos atrapada en las hipotecas y tiene mayor colchón en las prestaciones por desempleo que las nuevas clases medias,
Esta paradoja conduce a una inversión del comportamiento político. 48% del electorado de Podemos pertenece a clase alta, media alta o media, frente a solo el 36% del PSOE. Los votantes de Podemos son en un 100% hijos e hijas de directivos y técnicos, se han educado en la nueva clase media. El origen social de la mayoría de los votantes del PSOE procede de familias trabajadoras.
Estas nuevas clases medias, urbanas y formadas, tienen por su juventud, escasa experiencia y condiciones del mercado de trabajo, un nivel de renta muy inferior al que reclaman según su estatus de origen familiar y social.
No es la clase obrera; son las bajas rentas de los hijos de la clase media profesional y el hecho de que la nueva clase media es más joven que la case obrera lo que sostienen la ira.
El obrero que busca Pablo Iglesias no existe o no le vota. Le vota el joven de clase media o alta que no puede alcanzar el estatus económico que tuvieron sus padres. Lo dicen las encuestas no Errejón.
Miguel de la Balsa