lunes, noviembre 25, 2024
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La burbuja de Albert Rivera se desinfla

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La burbuja de Albert Rivera se desinfla a marchas forzadas. El líder de Ciudadanos intentó jugar a ser importante durante la formación del Gobierno, hizo de muleta de socialistas y ‘populares’ buscando protagonismo, pero una vez colocado Rajoy en La Moncloa (gracias a su voto favorable), ha pasado a ocupar un papel irrelevante en la política nacional, tanto para el Partido Popular, como para el resto de la oposición. Está en un limbo. Apenas ocupa minutos de televisión y no es un socio prioritario para ninguna formación.

“Cuenten con nosotros”, “estamos dispuestos a colaborar”. Así reclamaba este martes Rivera la atención de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Lo hacía en la Comisión Constitucional y su propuesta no le interesa nada al PP: reformar la Carta Magna. Los ‘populares’ siempre han sido claros a este respecto: quien quiera abrir el melón de la Constitución que plentee lo que quiere hacer, pero el PP no lo liderará.

Rivera sigue esforzándose en marcar la agenda política, pero no lo consigue. Rajoy mantiene a la formación naranja en un segundo plano. Al PP sólo le interesa el PSOE en las negociaciones importantes. Como la que se ha producido sobre el techo de gasto, el paso previo a la aprobación de los nuevos presupuestos generales del Estado. Es evidente que los 32 escaños de Ciudadanos son importantes, pero no determinantes para nada de lo que quiera hacer el PP, que por eso está priorizando su relación con el PSOE.

De hecho, es con los socialistas con los únicos que el PP no quiere ocultar sus cesiones. Lo hizo en materia educativa, con la ‘Ley Wert’. Rajoy aprovechó su discurso durante el debate de investidura para anunciar que suspendía los efectos académicos de las reválidas hasta que se alcanzara un pacto nacional por la educación. El objetivo fue claro: darle el tanto a los socialistas. Aunque lo cierto es que no fue así. Pocos días antes de este anuncio, Ciudadanos ya había cerrado este mismo acuerdo con el Ministerio de Educación. En cualquier caso, el tanto sería de Rivera, aunque el PP prefirió que los ciudadanos creyeran que cedía ante el PSOE.

Y lo mismo está ocurriendo ahora con el techo de gasto. El PP, consciente de la endiablada aritmética parlamentaria, hará cesiones. Pero las conocidas hasta el momento son al PSOE. De hecho, con Ciudadanos protagonizó un importante enfrentamiento después de que la portavoz del equipo económico de Rivera, Melisa Rodríguez, anunciara a bombo y platillo que el techo de gasto subiría. Una buena noticia que duró pocas horas, después de que el Gobierno de Rajoy asegurara no sólo que lo de la subida del techo de gasto era mentira, sino que su intención era bajarlo en 5.000 millones. Así como tampoco ha cumplido con la petición que le hizo Rivera de reclamar a las fortunas que se acogieron a la amnistía fiscal de 2012, el 10% del dinero repatriado.

Los ‘populares’ han preferido contentar a los socialistas. Tal y como ha anunciado el PSOE, para aprobar el techo de gasto, el Gobierno ha aceptado una subida del salario mínimo del 8%. Esto significa que el SMI pasaría así de 655,2 euros a 707,6 euros mensuales. Aún lejos de los 800 euros que marcaba la iniciativa parlamentaria presentada por Unidos Podemos y admitida a trámite por el Congreso. Se supone que el PSOE también ha logrado fijar un límite del 0,6% en el déficit que podrán tener la autonomías, frente al 0,5% que proponía Hacienda.

Ciudadanos lleva semanas denunciando la poca implicación del Gobierno en estas negociaciones. La formación naranja votó a favor de la investidura de Rajoy a cambio de un pacto de 150 medidas que implican una inversión de 5.000 millones en los presupuestos generales del Estado de 2017. Sin embargo, aún está por ver cuál de ellas se reflejarán en la nuevas cuentas públicas. Pero el PP no parece muy preocupado con esta cuestión.

Ciudadanos pasa desapercibido en el Congreso

La formación naranja no consigue acaparar la atención mediática deseada. El sentido de su voto en las distintas discusiones que han tenido lugar hasta el momento en el Parlamento nacional ha pasado totalmente desapercibido. Votó a favor de la suspensión de la LOMCE y se abstuvo con la subida del salario mínimo interprofesional y la ‘Ley Mordaza’, pero lo cierto es que daba igual el sentido de su voto, puesto que el resto de formaciones contrarias al PP cuentan con la mayoría absoluta. Los 32 votos de Ciudadanos no serán importantes hasta que la oposición se fragmente; o bien, que el PP logre el apoyo del PNV y la formación naranja sea fundamental, como podría ocurrir en los próximos presupuestos generales del Estado.

Sus intervenciones tampoco logran ocupar el espacio deseado en los medios de comunicación. Hasta el momento, los portavoces de Podemos y ERC, Pablo Iglesias y Gabriel Rufián, se están llevando la palma. Es más, el último CIS le da un 12,8% en estimación de voto, 2,5 décimas menos que las que obtuvo en las urnas el pasado 26 de junio.

Surge un sector crítico

Un desgaste que ya se nota internamente. Hace diez años que nadie discute el liderazgo de Albert Rivera. Pero desde hace apenas una semana ya cuenta con un sector crítico -llamado TranC'sparencia y compuesto por 300 afiliados- que ya ha anunciado su intención de presentar su candidatura al Consejo General -máximo órgano de la formación entre congresos- y a la Comisión de Garantías. ¿Su objetivo? acabar con la «opacidad» impuesta por la actual directiva y hacer que «se respete el ideario» de un partido que «presume» de haber nacido para regenerar la vida política.

Una regeneración que por el momento no concuerda con los últimos escándalos conocidos. Tal y como ha denunciado su exjefa de prensa, Inma Lucas, sufrió acoso laboral después de su baja de maternidad. Ella dice que Juan Carlos Girauta le reconoció que era por ser mujer. La formación naranja lo niega, pero lo cierto es que ha evitado el juicio con una indemnización de 153.000 euros.

Habría que recordar que Rivera lleva años defendiendo un discurso basado en la conciliación y el mejor trato a los trabajadores. Inma Lucas también ha denunciado haber trabajado como “falsa autónoma” durante un tiempo en Ciudadanos. Una llamativa denuncia que se produce la misma semana en la que la formación naranja defendía a los autónomos en el Congreso de los Diputados.

Elsa S. Vejo

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