Vigilen sus espaldas porque un detective podría estar acechándole. El aumento de profesionales en este sector y los delitos como los de medio ambiente o maltrato animales, que antes pasaban desapercibidos, han contribuido a que aumente la demanda de la investigación privada en España. También destaca la paridad en el gremio. Los últimos datos revelan que el 30% de los detectives privados en nuestro país son mujeres. “Han conseguido hacerse un hueco en una profesión tradicionalmente machista”, afirma Christian Moreno, experto en Criminología y colaborador del Máster Universitario en ‘Criminología: delincuencia y victimología’ de la Universidad Internacional de Valencia.
Cuando alguien piensa en la figura del detective privado es inevitable que le asalte en la cabeza la idea estereotipada de una persona con una gran lupa, un gabardina con el cuello subido y una gran pipa de la mejor de las maderas. Es decir, todo el mundo proyecta la imagen de Sherlock Holmes, el personaje de novela creado por el escritor escocés 'sir' Arthur Conan Doyle en 1887 y que se erige como el arquetipo de investigador cerebral por excelencia. De hecho, hay algunos expertos que le señalan como el precursor de la profesión en la vida real.
Pero la investigación privada ha evolucionado con el paso del tiempo y ya poco o nada queda de la imagen de Holmes. La aparición de las nuevas tecnologías se ha convertido en un arma de doble filo porque sí bien es cierto que en muchas ocasiones facilita su labor también ha contribuido a la aparición de nuevos delitos para los que algunos detectives no están preparados. En este sentido, Moreno sitúa a los delitos informáticos en el mismo nivel de volumen de trabajo que los temas relaciones con las investigaciones familiares. En este campo destacan la intromisión proveniente de Internet o la propia del trabajador en las empresas.
“Es común una fuga de información desde dentro hacia la competencia o de algún miembros que deja la sociedad para montar su propio negocio con la información de su ex compañía”, explica Moreno en relación a los delitos informáticos. Para contrarrestar estas prácticas se aplica la informática forense, un sector donde la demanda “va a seguir creciendo en los próximos años”.
Según el Anuario Estadístico del Ministerio del Interior de 2015, los delitos informáticos pasaron de 49. 935 en 2014 a 60.154, en 2015. En este apartado destacan los delitos de acceso e intercepción ilícita que llegaron a alcanzar los 2.386 casos en 2015, lo que significa un aumento de 535 expedientes respecto al año anterior. Los de fraude informático variaron de 32.842 a 40.864, los de interferencia de datos en el sistema de 440 a 900 o los de falsificación informática que pasaron de los 1.874 a 2.361 en ese mismo periodo.
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El protocolo de actuación para acometer este tipo de casos se divide en tres pasos. Primero, el profesional ha de evitar sustos y afianzar el control de la información más confidencial y vulnerable. En el segundo paso entra en acción la función de detección para poder investigar cómo y quién está detrás del ataque o de la fuga cibernética. Por último, el detective tiene el deber de proporcionar y presentar pruebas de los hechos delictivos delante de un tribunal.
De todos modos, Moreno llama a la calma porque señala que los detectives españoles son los más formados de todo el Viejo Continente. Esto es debido a que la gran mayoría de ellos tienen estudios en criminología y se encuentran en un continuo proceso formativo. Además, el experto aventura un “potente crecimiento de la labor de estos profesionales en los próximos años”.
Un auge que ya se ha dejado notar en los últimos datos referentes a las licencias de detectives recogidos por el Anuario del Ministerio de Defensa. En concreto, los números hablan de un aumento de 360 licencias hasta alcanzar las 3.792. El optimismo para este 2016 ha hecho que se prevean expedir unas 4.000 licencias de investigación privada.
En esta línea, Moreno ha señalado que se trata de una profesión “con un gran futuro” ya que existen nichos de mercado “prácticamente vírgenes” como las investigaciones ligadas al Medio Ambiente, el maltrato animal, la detección de escuchas, el «mistery shopper» (cliente misterioso), acoso escolar, bullying o el robo de identidad en internet.
Carlos Lospitao