Cristina Cifuentes pelea por hacerse un hueco destacado en la cúspide del Partido Popular. En los últimos meses su candidatura a sucesora de Mariano Rajoy ha perdido fuelle. En detrimento del eterno delfín de Rajoy, Alberto Núñez Feijóo, -reforzado tras su última mayoría absoluta en Galicia-, pero principalmente de las dos mujeres que siguen ejerciendo el liderazgo femenino en Génova: María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.
A las dos se las ha identificado en varias ocasiones con cadáveres políticos, pero hoy no sólo son las dos mujeres que más poder concentran en torno al líder; sino también los dos nombres que vuelven a sonar con más fuerza para liderar el PP ‘postRajoy’. Y ahí es dónde Cifuentes ha optado por actuar. Su gran baza: el próximo congreso nacional, dónde no sólo será la anfitriona, y por ende la presidenta, sino en el que además enarbolará una de las banderas más deseadas por la militancia: las primarias como método de elección de líderes.
Éste fue uno de los lemas con el que se hizo fuerte políticamente, y con el que intentará hacer sombra a sus dos principales rivales en la batalla por liderar el Partido Popular. Mientras ellas están enfrascadas en su particular guerra por tener más influencia en Rajoy, Cifuentes ha optado por jugar la baza de la militancia.
La presidenta de la Gestora del PP de Madrid ha introducido una enmienda en la ponencia de Estatutos desarrollada por el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, para que el líder del partido sea elegido por el sistema “un militante, un voto”, que ella misma ha defendido para su propio congreso. Cifuentes propone al igual que Maillo dos vueltas, pero la diferencia es que en la segunda vuelta volverán a ser los militantes, y no los compromisarios, los que elijan al presidente del partido, en el ámbito nacional, regional y local.
Una propuesta que sin duda le servirá para disputarse el protagonismo del próximo cónclave ‘popular’ con María Dolores de Cospedal. No se esperan sorpresas en el congreso de febrero: ni caras nuevas, ni cambios destacados en postulados políticos. De hecho, la única incógnita hasta el momento es si la actual secretaria general repetirá en su puesto; y Rajoy se ha negado a despejarla. El líder del PP se ha limitado a señalar que Cospedal “acredita méritos más que suficientes para desempeñar con éxito cualquier tarea política, y para desempeñar más de una también”.
Aunque eso no es una confirmación. La guerra interna está candente. Los detractores de Cospedal no creen “compatible” la secretaría general con el Ministerio de Defensa y ella no está dispuesta a deshacerse de esa responsabilidad. No al menos sin pelear. Cospedal ya adelantó el día de su nombramiento como nueva ministra que continuaría como secretaria general. De hecho, tendría sentido que ese fuera el acuerdo al que Rajoy llegó con las dos mujeres más importantes de su carrera política: Santamaría seguiría siendo la única vicepresidenta del Gobierno y Cospedal mantendría su espacio de poder en Génova.
Un poder que sin duda la coloca en una buena posición en la sucesión de Rajoy y que aún no está dispuesta a desprenderse de él. Y menos aún a despejar el camino a Santamaría, que también sigue inmersa en su lucha particular por alcanzar la cima del PP, aunque su feudo, por el momento, está en el Gobierno.
Cifuentes y las urnas
Aunque en las últimas horas parece haberles surgido una tercera rival en esta lucha. La dirigente ‘popular’ madrileña no está dispuesta a pasar desapercibida durante el próximo cónclave del PP. Cifuentes, al igual que Cospedal y Santamaría, nunca ha mostrado su disposición públicamente a acceder al liderazgo nacional, pero su entorno no duda de que esa es su intención. Y más aún después de que las urnas la legitimaran en las pasadas elecciones regionales. “Es la única que ha demostrado que puede ganar unas elecciones”, insisten sus cercanos. Una legitimidad que podría ser mayor si en el próximo congreso del PP de Madrid consigue revalidarse en la presidencia a través de la elección directa de la militancia, tal y como ha expresado que sería su deseo.
Cifuentes ya se ha situado de cara al próximo congreso nacional del PP: quiere primarias y hará todo lo posible porque en próximos cónclaves éste sea el método de elección de los nuevos líderes ‘populares’, entre los que espera estar ella. Una iniciativa, que aunque previsible, puesto que ese ha sido el discurso defendido desde que llegó a la presidencia de la Gestora madrileña por imperativo divino de Rajoy, no ha sentado nada bien a la dirección nacional que ya ha advertido de que el sistema de compromisarios ya ha sido “muy bien admitido y aceptado por la mayoría de las organizaciones territoriales”. La guerra está declarada; y Cifuentes ha abierto un nuevo frente.
Elsa S. Vejo