El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha recibido hoy una nueva denuncia de abusos sexuales a un menor cometidos presuntamente por el exvicario general de Gipuzkoa Juan Kruz Mendizabal, en este caso sucedidos en 1994.
Munilla ha revelado estos hechos en una rueda de prensa en la que ha explicado que la supuesta víctima ha manifestado su intención de denunciar lo sucedido también ante la justicia ordinaria.
El prelado ha indicado que «el denunciante» ha relatado los hechos «refiriéndolos con una serie de detalles que les otorgan un alto grado de verosimilitud» y ha aclarado que están «calificados con la misma tipología» que los anteriores, es decir, como «tocamientos deshonestos».
Juan Kruz Mendizabal, «Kakux», fue condenado el pasado mes de julio en un proceso canónico iniciado en marzo después de que el Obispado de San Sebastián recibiera dos denuncias de abusos sexuales a menores cometidos por el sacerdote en los años 2001 y 2005.
Mendizabal había sido nombrado en 2013 vicario general de la diócesis de San Sebastián, cargo del que Munilla lo apartó en abril de 2016 tras conocer la denuncia, antes de que finalizara el proceso eclesial abierto, tal y como ha explicado hoy el prelado.
Ha concretado que el acusado se declaró culpable y recibió en julio una sentencia «de limitación en el ejercicio tutelado de su ministerio, con la obligación de seguir una terapia psicológica y espiritual».
Sin embargo, ante la constatación de una nueva denuncia, el Obispado ha dictado hoy un decreto en el que ha impuesto al sacerdote cuatro «medidas preventivas», dada la «verosimilitud del caso».
En concreto, Munilla prohíbe al exvicario «el ejercicio público del ministerio sacerdotal», le obliga a «residir en un monasterio», del que sólo podrá salir con permiso del obispo, le insta a continuar el «acompañamiento espiritual y psicológico en curso» y le prohíbe «todo contacto con menores si no es en presencia de otro adulto».
El prelado ha añadido que, dado que este nuevo denunciante ha señalado que llevará el caso a los tribunales ordinarios, el propio Munilla ha contactado esta mañana con el fiscal general del País Vasco, Juan Calparsoro, para «consensuar la forma de llevarlo a cabo».
El Obispado ha hecho también las «gestiones oportunas» para verificar un cuarto posible caso, el rumor que llevó a las dos primeras víctimas a hacer pública el pasado martes la condena impuesta a Mendizabal.
Sobre este caso, Munilla ha dicho que no ha podido conseguir el testimonio directo del posible «afectado», pero que se mantiene en contacto con la Fiscalía para trasladarle los «datos recabados» en sus indagaciones.
El prelado ha revelado también que las dos personas que denunciaron los abusos en marzo de 2016 son adultas y en la actualidad tienen más de 30 años.
Estas personas expresaron su deseo de circunscribir el proceso al ámbito de la Iglesia, al entender que los hechos podrían estar prescritos en la justicia ordinaria y también por preservar su anonimato, motivo aducido por Munilla para no haber informado hasta ahora de estos sucesos.
El obispo ha respondido a los «comentarios escuchados estos días» respecto a la posible obligación de haber denunciado los hechos ante la justicia ordinaria y ha aclarado que la Iglesia tiene un «derecho nativo y propio, llamado derecho canónico», y cuenta con los medios jurídicos necesarios para dirimir estas cuestiones, una «capacidad reconocida en los acuerdos Iglesia-Estado, no solo en España sino en la práctica totalidad de las naciones democráticas».
Ha añadido que la legislación eclesial sobre delitos contra menores es «de las más severas en comparación de otras regulaciones penales», ya que cuenta con plazos de prescripción más largos, que incluso se pueden derogar.
Munilla ha hecho una petición «vehemente» de que «afloren cualquier tipo de abusos sexuales cometidos contra menores en el seno de la Iglesia, así como en otros ámbitos», al tiempo que ha considerado que lo acontecido es una «gran oportunidad para ello».
A su juicio, sacar a la luz los posibles casos de abusos sexuales «sería grandemente beneficioso para las víctimas, porque les ayuda a sanar», para los agresores, «porque desenmascara la mentira de su vida y les llama a la conversión» y para la Iglesia, a la que le requiere una «profunda revisión».
«Manifiesto mi más firme y enérgica condena de toda forma de abuso sexual de menores, mayormente si dicho abuso es cometido por un sacerdote. Pido perdón en nombre de la Iglesia a las víctimas y familiares por el daño que han sufrido en nuestro seno», ha dicho el prelado donostiarra.
«No cejaré en mi empeño por tratar con justicia y equidad todo caso de abusos contra menores. No vamos ha cejar en nuestro empeño, hasta que este mal esté totalmente erradicado», ha sentenciado.
EFE