La Audiencia Nacional ha dejado hoy visto para sentencia el juicio contra los 65 usuarios de las polémicas tarjetas opacas de Caja Madrid para quienes la Fiscalía solicita penas que van desde los doce meses hasta los seis años de prisión por apropiarse indebidamente del patrimonio de la extinta entidad.
La sección cuarta de la sala de lo Penal ha dado por concluido la vista oral contra los expresidentes Miguel Blesa y Rodrigo Rato, y otros 63 antiguos consejeros y directivos de la caja, que comenzó el pasado 26 de septiembre con las cuestiones previas de las partes y que ha necesitado de nueve sesiones adicionales.
Con excepción del exvicepresidente de Caja Madrid Virgilio Zapatero, el resto de los 65 acusados no ha querido hacer uso de su derecho a la última palabra.
El también exministro socialista ha reiterado que nunca obró de mala fe y que en todo momento usó la tarjeta con mesura y diligencia, razón por la que ha mostrado su pesar ante «739 días de pesadilla».
Durante la jornada, el abogado del expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán también ha mostrado su disconformidad con la condena de cuatro años de prisión solicitada por el fiscal del caso, Alejandro Luzón, y ha calificado de «injusticia» que no haya considerado la situación personal de su cliente, en prisión desde finales de 2012 por el vaciamiento de Marsans y actualmente en concurso de acreedores personal.
En declaraciones a los medios, el abogado de la acusación popular de la Confederación Intersindical de Crédito (CIC), Andrés Herzog, ha dicho confiar en una sentencia que condene a los usuarios por sus prácticas en la caja.
«Creemos que la sociedad lo necesita después de lo que ha sufrido con la crisis y del desfalco tan impresionante» ha explicado Herzog, que cree que el juicio «ha demostrado lo poco creíble que son las excusas y los pretextos de los acusados».
Concluyen así cuatro meses de sesiones en las que, además de los acusados, también han desfilado por la sede de la Audiencia Nacional en la localidad madrileña de San Fernando de Henares una decena de testigos, entre ellos el antecesor de Blesa al frente de Caja Madrid, Jaime Terceiro, que reconoció haber implantado este sistema con el fin de «dignificar» la labor de los consejeros y siempre para gastos de representación.
Y es que, aseguró a preguntas de la Fiscalía Anticorrupción, las tarjetas emitidas entre 1988 y 1996 eran «absolutamente blancas, 'white'» y sólo comenzaron «a oscurecerse» tras su dimisión, unas palabras que rápidamente se convirtieron en una de las frases más sonadas del proceso.
La sentencia, que podría conocerse en la próximas semanas, no zanja el proceso, ya que puede ser recurrida por las partes ante el Tribunal Supremo e incluso, ante el Constitucional.
EFE