Eulogio Paz Fernández preside desde el pasado 18 de junio la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, una asociación que el propio protagonista afirma que ha sido vinculada «de manera equivocada» con la derrota del Partido Popular en las urnas de las Elecciones Generales del año 2004. Padre de Daniel, un joven de 20 años asesinado en los fatídicos atentados del 11M, y exmarido de Pilar Manjón, expresidenta de la asociación, Eulogio lucha para que lo que aquel día pasó no caiga en el olvido y «crear un relato» que cuente «objetivamente» lo que realmente sucedió, «sin teorías ni bulos periodísticos». Dentro de poco cumplirá un año en el cargo y aunque reconoce que la presidencia le ha traído «muchos sinsabores», afirma que el balance «es positivo».
– El pasado año, Pilar Manjón, expresidenta de la asociación, afirmó que recibían un 60% menos de subvenciones. ¿Es cierto? ¿Reciben menos dinero de lo que percibían anteriormente por parte de las instituciones?
– En líneas generales sí, aunque también es cierto que hemos recibido apoyos posteriores y tardíos. La realidad es que desde los primeros momentos de los atentados ha habido un descenso de la financiación porque hubo ayuntamientos que nos apoyaron y luego cuando cambiaron de signo político, 'si te he visto no me acuerdo'. Quiero decir, todos íbamos en el mismo tren, pero ha llegado un momento en el que algunos se han bajado de él. Con el paso del tiempo muchas administraciones han cambiado su percepción de nuestra asociación. En nuestros inicios fuimos mal vistos y culpados de que el Partido Popular perdiera las elecciones del año 2004 y eso ha generado que en determinados sitios tuviéramos problemas con las subvenciones. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid llevaba 12 años sin darnos ningún tipo de subvención y sin embargo para el año 2016 sí la hemos tenido. Pero todavía quedan cosas por arreglar como el tema de nuestro local, por el que pagamos 1.300 euros mes, mientras que otras asociaciones han conseguido locales a través de concesiones municipales. No queremos que nos lo den, pero sí que nos lo concedan durante un periodo largo de tiempo porque dinero que no utilicemos para el local, lo utilizamos para las víctimas.
– ¿Es más difícil seguir realizando actividades, actos o eventos con estos recortes?
– Evidentemente, con menos dinero puedes realizar menos cosas, pero nosotros lo vamos sustituyendo con el trabajo por el que recuerdo no cobramos nada. Con dificultades, pero tratamos de sacarlo adelante. Es lo que comentaba anteriormente, se van perdiendo prestaciones, viajes, alojamientos…. Por ejemplo, todos los años vamos a Almuñecar, donde existe un gran parque homenaje a las víctimas, y este año el Ayuntamiento no ha asegurado que podamos quedarnos en el hotel que nos prestaban. Este tipo de situaciones hace que se dejen de realizar algunos actos conmemorativos. Además, es muy importante no sólo realizar monumentos, sino mantenerlos.
– El 11M copaba portadas, pero ahora parece que ya sólo interesa un día al año ¿Se sienten abandonados por las instituciones?
– Como fecha concreta, no. De hecho, todas las instituciones, administraciones u organismos realizan todo tipo de actos cuando llega el 11 de marzo. Pero la vida va muy deprisa y los problemas diarios de los ciudadanos atropellan a la memoria… La gente se va olvidando de algo tan importante como el 11 de marzo. Para evitar ese olvido nosotros queremos que el 11M empiece a formar parte de la memoria histórica de este país. El otro día estuve dando una charla a alumnos de 22 años en una universidad y me sorprendió que saben nada o muy poco de lo que ocurrió en una fecha tan señalada. Tenemos que empezar trabajar en construir ese relato, esa memoria histórica, para que en los colegios, en los institutos, en las escuelas, en las universidades se narre se cuenta objetivamente lo que sucedió y no las teorías de las conspiración que apuntaban a la ETA, luego a la Policía, luego los jueces, la OTAN…
– ¿Han notado un cambio o una evolución en el perfil del socio que requiere sus servicios a lo largo de estos trece años?
– Claro, por supuesto. Pero lo que la gente no sabe es que hay muchas víctimas que siguen necesitando esa ayuda. Hay personas que dicen: ‘¿Después de trece años la gente sigue con secuelas?’. Pues sí, es cierto, aún hay muchos ciudadanos que requieren de nuestros servicios. Efectivamente, hay algunos que se han curado, o han mejorado. Pero también es cierto que hay muchos otros en los que las secuelas físicas se agravan. Por ejemplo, hay socios que con el paso del tiempo han requerido de prótesis o de un aparato auditivo porque estuvieron cerca de la explosión y con el transcurrir de los años su situación ha empeorado.
– En cuanto a la ayuda psicológica. ¿Notan un repunte de vuestra actividad cuando suceden atentados como el de París, Niza o Bruselas?
– Sí, sí. Eso digamos que provoca recaídas de personas que parecían que lo habían superado o de otros sujetos que por ejemplo, en su día decidieron no tratarse psicológicamente porque se veían fuertes y con el paso del tiempo han explotado y han necesitado asistencia psicológica. También hay otros pacientes que de repente se asustan cuando salen informaciones en prensa relacionadas con el 11M, como la última que hablaba de un error policial en la custodia de una de las mochilas. Se repiten bulos e historias que alarman a la gente, vuelven a remover viejos sentimientos y eso también provoca recaídas en las víctimas. De hecho, muchas afectados que rehusan realizar entrevistas durante estas fechas porque no se sienten capacitados.
– ¿Cree que algún día la asociación dejará de ser necesaria?
– A largo plazo yo creo que sí. Por este motivo, nosotros queremos trabajar el tema de la memoria histórica. Cuando hayan pasado 50 o 100 años y los familiares más directos de las víctimas se hayan muerto -porque hay que recordar que las verdaderas víctimas son los fallecidos, no nosotros- ha de quedar el relato de lo que sucedió. Por ejemplo, del holocausto judío, ¿qué es lo que queda?: la memoria y el relato objetivo de lo que pasó antes, durante y después de esos fatídicos días.
– El año pasado fue la primera vez que concurrieron en un mismo acto las cuatro asociaciones. ¿Este año pasará lo mismo?
– En el acto de la Comunidad de Madrid creo que coincidiremos todas. Luego, evidentemente, cada uno tiene su dinámica de actos adecuados a su manera de pensar. Por nuestra parte, nosotros siempre vamos a los mismos lugares: a Atocha, a Alcalá, a Santa Eugenia, al Pozo… Pero de todos modos, si nos invita otra asociación a alguno de sus actos, en la medida de nuestra posibilidades haremos acto de presencia, claro que sí. Es más, creo que tenemos que sentarnos todas las asociaciones y potenciar las lazos que nos unen y no los que nos dividen para realizar más actos en común, no sólo los institucionales.
– En junio hace un año como presidente de la asociación. ¿Cuál es su balance?
– Mi balance es positivo. Es cierto que te llevas sinsabores porque muchas veces tienes que pelear demasiado para conseguir que te hagan caso. Pero creo que este ha sido un buen año, porque desde un primer momento hemos intentando tener visibilidad, nos hemos reunido con todas las agrupaciones políticas de Madrid, hemos participado en el plan de derechos del ayuntamiento de la capital, hemos estado con el ministro del Interior… Esto conlleva un trabajo, un esfuerzo, pero todo sea por el servicio a las víctimas del atentado. Nosotros no estamos para ponernos medallas.
– Al final, su discurso siempre va en una dirección, el trabajo. ¿Falta mucho por lo que pelear y luchar?
– Sí, sin duda. Sigue habiendo muchas víctimas con heridas físicas, psicológicas, con problemas sociales… Hay que seguir luchando y por eso la importancia de las subvenciones. Nosotros no somos una empresa, vivimos de las subvenciones y sin ellas dejaríamos de existir. Tenemos que mantener la ayuda a las víctimas, no a la asociación. Ojalá no hubiera existido nunca esta asociación porque hubiera significado que el atentando nunca habría tenido lugar.
Carlos Lospitao