La ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, afronta este jueves un viaje relámpago a Washington DC, complicado logísticamente, sorprendente e inesperado. La llamada del general Mattis, secretario de Defensa estadounidense, para convocarla a una reunión en el Pentágono no estaba prevista y es “llamativa”, en opinión de fuentes del departamento consultadas. El viaje ha provocado un movimiento de piezas de dominó, que podría repercutir en el relevo de la cúpula militar, que se hace esperar desde el mes de diciembre.
Para llegar a Washington DC, Dolores de Cospedal y un reducido equipo de colaboradores han tenido que embarcar en uno de los Falcon 900 del Grupo 45 del Ejército del Aire. Estos aparatos no pueden cruzar el Atlántico sin repostar, de manera que han tenido que hacer una escala técnica en las Azores. La otra opción para desplazarse era haber utilizado uno de los dos Airbus A-319 del Grupo de Transporte de autoridades del Ejército del Aire, un aparato desproporcionado en tamaño y coste para un viaje de estas características.
La llegada de Cospedal y su equipo estaba prevista para las 21:00 de este miércoles, tres de la tarde en la capital norteamericana. Una tarde apacible en la ciudad, para pernoctar allí y temprano desplazarse al Pentágono. Tras entrevistarse con ‘Mad Dog’ (perro loco) Mattis, un breve encuentro con los corresponsales españoles y regreso a España, donde Dolores de Cospedal llegará pocas horas antes del Consejo de Ministros. O sea, una visita metida con calzador.
En medio, suspendida, ha quedado la presencia de la ministra en el Consejo Superior del Ejército de Tierra. Se trata de la reunión de todos los tenientes generales del Ejercito de Tierra, que tiene lugar en el Cuartel General del palacio de Buenavista, en la calle Prim de Madrid. Un acontecimiento que parece rutinario y muy protocolario, si no fuera porque de ese ramillete de 11 oficiales generales tiene que salir quien mande la nueva cúpula de la Fuerzas Armadas, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD). También el nuevo jefe del Ejército de Tierra, en sustitución del general de Ejército (cuatro estrellas) Jaime Domínguez Buj.
En estas reuniones es en las que se deciden los ascensos de los generales de división (dos estrellas) a tenientes generales (tres estrellas). La plantilla del Ejército de Tierra es de 12 tenientes generales, pero este jueves solo se reunirán 11, ya que el teniente general Ricardo Álvarez-Espejo, hasta ahora Interventor General del Ejército, con plaza en Barcelona, acaba de pasar a la reserva.
Es uno de los efectos colaterales y menores derivados de que se esté dilatando el relevo de la cúpula militar. En el cambio de Gobierno de 2011, el traspaso PSOE al PP supuso el cese fulminante del JEMAD Julio Rodríguez, hoy reclutado en las filas de Podemos. Con el cambio de ministro, al mantenerse un Gobierno del PP, es lógico que los relevos se hagan de manera menos fulminantes. Pero eso no quita que este retraso de ya tres meses esté provocando ciertos nervios entre el generalato de todos los ejércitos, Tierra, Armada y Aire.
“Hay Jemes (jefes del Estado Mayor de los ejércitos) que están locos por irse con sus nietos, los hay que están encantados de seguir en plaza”, explica otro oficial general a Estrella Digital. El ejército más afectado por esta calma es el de Tierra. De sus filas corresponde por la ley no escrita del turno entre ejércitos que salga el nuevo JEMAD. Al que habrá que unir un nuevo JEME y, en su caso, el relevo del segundo, salvo que el teniente general Campins, segundo del Ejército de Tierra, acceda a la cúpula, tal como indican muchas quinielas.
Fuentes del Departamento niegan que la ministra fuera a comunicar los relevos en la cúpula en esa reunión, víspera del Consejo de Ministros. Aseguran que la intención de Dolores de Cospedal es acudir a todos los Consejos Superiores posibles. De hecho, explican que también estaba prevista su presencia en los próximos consejos del Ejército del Aire y la Armada.
Sin embargo, sí parece claro que la presencia de Dolores de Cospedal junto a dos de sus próximos máximos colaboradores no era casual, ni de rutina. Y la cercanía al Consejo de Ministros ponía a prueba los nervios de los más templados.
Por otro lado, la llamada del general de marines James Mattis, secretario de Estado de Defensa, inusual, ha levantado bastantes expectativas. Cospedal repite que esta Legislatura no va a funcionar por inercia y que tiene la determinación de que España tenga un papel relevante en la OTAN y también en la próxima organización de la Defensa Europea. Un paso adelante que es precisamente lo que la Administración Trump reclama a sus aliados. Fuentes presentes en la reunión de la OTAN, en la que coincidieron por vez primera Mattis y Cospedal, aseguran que el clima entre ambos fue cordial.
Redacción