No es solo una cuestión de integridad nacional o sentimiento patrio. La defensa de Reino Unido por mantener Gibraltar como Territorio de Ultramar va más allá de las reivindicaciones de los medios sensacionalistas británicos y del cruce de acusaciones del ministro principal gibraltareño, Fabián Picardo, contra España y viceversa. De hecho, tiene mucho más que ver con la posición geoestratégica y económica del territorio de apenas siete kilómetros cuadrados que linda con la gaditana Línea de la Concepción.
El Brexit ha vuelto a resucitar el interesado mantra de las relaciones bilaterales entre España y Reino Unido y los británicos aluden a la protección de sus conciudadanos del peñón -unos 30.000- para defender la soberanía que España reclama. Por el momento, al menos ahí, España ha ganado la primera batalla este mismo miércoles: Madrid tendrá derecho de veto en las negociaciones entre la UE y el Reino Unido si se incluye el peñón en el acuerdo en vez de tratarse de forma bilateral entre Londres y Madrid.
Pero lo que no suele tratarse en los debates es la importancia que tiene para los británicos Gibraltar, aunque para las Fuerzas Armadas del Reino Unido está más que claro. El Ejército de ese país no deja ninguna duda de “la importancia estratégica de Gibraltar”. ‘The British Army’ hace una completa descripción de lo que supone Gibraltar para los británicos: “Está bien situado para observar los canales de navegación en el Estrecho y podría dominar la entrada occidental al Mediterráneo en tiempo de guerra. Sus sistemas de comunicaciones, instalaciones de pista de aviación y puerto hacen que sea una base para la OTAN”, en el apartado de “Despliegues en el Exterior” de su página web.
La situación del Peñón, de unos 400 metros de altura y sin ninguna interferencia hasta a África, es un aspecto geográfico fundamental que permite el desarrollo de las actividades de inteligencia británicas. De hecho, allí se encuentra el Maritime Data Centre, un centro de espionaje que utiliza un sistema de puestos de escucha submarina, creado fundamentalmente para controlar los movimientos de los submarinos rusos. Esta información recopilada por Reino Unido es enviada directamente a Estados Unidos y a la OTAN.
Además, el Reino Unido tiene una base del sistema de satélites de espionaje de comunicaciones electrónicas Echelon, considerada la mayor red para controlar las comunicaciones electrónicas y telemáticas, que controlan EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. De hecho, en Gibraltar se encuentra una de las bases más importantes, según varias fuentes acreditadas.
Sin control de tránsito por España
La buena posición geoestratégica del Peñón está aderezada con un sistema legal que le permite poder levantar las barreras al tránsito marítimo sin mayor control por otras vías. Tiene un estatuto internacional que desde 1982 permite que cualquier país pueda transitar la zona -ya sea por aire o por mar, en superficie o sumergido- sin necesidad de tener que avisar a los países colindantes. Es decir, los británicos pueden dejar pasar, repostar y recalar a buques de guerra y submarinos nucleares que entran y salen del Mediterráneo a su antojo.
España tiene un cierto control, pero sólo a título informativo. De hecho, hace tres meses el Gobierno informó de que 40 submarinos de propulsión nuclear hicieron escala en el puerto de Gibraltar desde el año 2007, según datos de la Armada. Y contra eso, nada puede hacer el Gobierno español. «El Reino Unido ha hecho uso del puerto del Territorio Británico de Ultramar de Gibraltar antes de su adhesión a las Comunidades Europeas, durante su pertenencia y, con toda probabilidad lo hará tras su salida de la Unión Europea», señala.
Mientras, nuestro país, que se ve obligado a rendir cuentas ante la OTAN y otros países si autoriza a buques rusos a repostar en otros puestos situados en la zona. Un ejemplo es la polémica suscitada por la flotilla de buques rusos que se dirigía a Siria, a la que el Gobierno español había preautorizado para repostar en Ceuta.
Control militar
El Reino Unido sabe que sus instalaciones militares son fundamentales en Gibraltar. De hecho, durante las conversaciones entre los gobiernos de Tony Blair y José María Aznar en el año 2001, el mantenimiento de las bases militares en manos exclusivamente británicas fue una de las líneas rojas impuestas por el gobierno británico: es la base perfecta para el alejado escenario de las islas británicas respecto de las zonas de operaciones actuales, principalmente centradas en Oriente Medio y el Magreb.
Actualmente, ‘the British Army’ tiene desplegado ‘the Royal Gibraltar Regiment’ (Regimiento Real de Gibraltar) que mantiene a “the Rock” -nombre británico para el peñón- como una Base Permanente de Operaciones. También hay desplegadas varias subunidades “con responsabilidad para señales e infraestrutura”, las antes citadas actividades de inteligencia.
Además, la ‘Royal Navy’ tiene desplegado el llamado Escuadrón de Gibraltar, con los barcos HMS Sabre y HMS Scimitar, que “vigilan las costas de Gibraltar y prestan apoyo a barcos en el Estrecho”, según explica la Armada británica en su web. Pero además, el Reino Unido realiza ejercicios navales de guerra constantemente.
Y, pese a que no tiene flota aérea desplegada en Gibraltar, mantiene su base aérea plenamente operativa. “Actualmente, no hay aviones militares desplegados de la RAF en Gibraltar, pero la estación se mantiene a un alto nivel de preparación para apoyar las operaciones militares británicas”, indica la página web de las ‘Royal Air Forces’.
No defienden un país; defienden un paraíso fiscal
La vertiente económica es otro aspecto que no se puede obviar. La web del gobierno gibraltareño es transparente y sincera al respecto. Ofrece “unos altamente desarrollados servicios de negocio donde es factible la licencia de un año para la Unión Europea en servicios financieros tales como seguros y reaseguros, las pensiones en toda la UE, la banca y la administración de fondos, entre otros.
Presume la web de que en Gibraltar se pueden distribuir bienes y servicios sin IVA, a precios competitivos a los mercados de la UE y África” y “realizar negocios en una jurisdicción de una baja fiscalidad orientada a las ganancias de capital, con bajo de impuesto de sociedades”.
En una colonia en la que hay 11.000 hogares, 32.000 habitantes, hay más sociedades y empresas empadronadas que ciudadanos y ciudadanas, entre ellas más de ocho mil sociedades ‘off shore’. En suma, cuando se invoca el derecho a decidir o la autodeterminación, se habla del derecho de las corporaciones.
El presidente de la Cámara de Comercio Gibraltareña, de apellido de alta tradición inglesa – Hernandez – ha declarado que “la forma en la que hemos comercializado nuestra jurisdicción es como plataforma de entrada a la Unión Europea. Plataforma estratégica que desean mantener los intereses vinculados al paraíso fiscal y a una penetración en África, económica o energética.
No es casualidad que Shell se haya reservado espacio portuario para una terminal de gas licuado, aparentemente menor, para suministrar a Gibraltar pero que evidentemente tienen la intención estratégica de competir con el ya debilitado hub gasístico español.
No es de extrañar que Gibraltar haya votado en un 96% a favor de la UE y que los intereses de la City, hayan movido los tabloides para defender el último de los paraísos fiscales británicos con licencia para saquear las agencias tributarias europeas.
España vs Reino Unido
La mayor parte de analistas consideran que este momento es el idóneo para España para tratar de volver a negociar la situación de Gibraltar, pese a las salidas de tono del ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, que ya ha advertido de que no aceptará una cosoberanía.
“España tiene en el marco de la negociación de la posterior reconexion del Reino Unido a la Unión Europea, posterior- que no simultáneo- al Brexit una posibilidad histórica de consecución de la cosoberania de Gibraltar . En un escenario de confrontación diplomática, si España sigue contando con el apoyo del conjunto de la Unión, Gibraltar puede convertirse en el Kaliningrado del sur de Europa”, explica el profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de Universidad Pontificia Comillas/ ICADE.
Paula Pérez | Juan Berga