Mariola Cabrero es una de esas mujeres que, a lo largo de toda la geografía española, apuestan por vivir su fe sin hacer caso a los prejuicios o estereotipos vinculados también, al mundo de las procesiones. Esta joven jienense, a sabiendas de la dificultad y del esfuerzo físico que supone, ha salido en numerosas ocasiones como costalera de la cofradía de Ntra. Señora de los Dolores, en Ibros, Jaén, donde, como en el resto de Andalucía, la Semana Santa se vive con mucha pasión y devoción.
“Es un acto que me gusta mucho, porque la gente lo espera y disfruta. Al principio siempre estamos nerviosas, pero luego me siento muy bien. La entrada y salida de la iglesia son momentos muy difíciles y emocionantes”, comenta orgullosa.
El paso con el que sale Mariola en procesión es uno de los pocos que son llevados únicamente por mujeres, lo que para la jienense es ‘un plus’. Según explica la joven de 26 años, “Ntra. Señora de los Dolores es preciosa”. “La más bonita, entre otras cosas, porque es el único paso que llevan mujeres. ¡Es estupendo que exista esta opción!, añade la jienense, quien afirma no haber sentido machismo en torno a ello, “quizá por la tradición de que lo lleven sólo mujeres”.
Atendiendo a la tradición en la gran mayoría de cofradías de España, el papel otorgado a las mujeres se reducía al acompañamiento de los pasos vestidas de luto y con mantilla, portar velas o ayudar a vestir y desvestir a ‘empalaos’ o nazarenos. De hecho, hasta hace bien poco era impensable que una mujer pudiera ser costalera, y mucho menos ‘hermana mayor’, algo que cada vez es más común, aunque sigue siendo de forma muy reducida, sobre todo en los pueblos.
“El machismo en las procesiones se puede observar, teniendo en cuenta que los costaleros, brazeros o anderos, suelen ser siempre hombres, pero no lo he notado personalmente, pues entre los capuchones hay igualdad”, comenta Noelia Martín, quien sale en procesión como capuchona o nazarena con la Cofradía del Santísimo Cristo de la Ilusión en Ávila, desde que tenía cinco años.
“Para mí salir en procesión es algo muy emocionante. Salgo con mi familia desde que era niña. He llegado a salir en casi todas las condiciones climatológicas, desde un tiempo muy agradable, como este año, hasta lluvia o temperaturas bajo cero en otras ocasiones, pero merece la pena “, dice la joven abulense de 30 años.
Los capuchones de Ávila, localidad en la que las procesiones se viven con pasión, visten túnica y capucha verde, y son uno de los papeles más representados por mujeres, al igual que el de tamborileras. Marina Jiménez, es una de las muchas jóvenes que desempeña la labor de “poner música” a los pasos en la cofradía de la Stsma. Trinidad y Ntr. Sra De las Vacas.
“Es todo un orgullo. Con algunos pasos se ponen los pelos de punta. Empecé como hobbie y para poder disfrutar de la Semana Santa poniendo música a las procesiones”, explica Marina, quien ha terminado siendo directora de tambor de la banda del Amarrado.
Todas ellas son ejemplo de la fuerza con la que las nuevas generaciones luchan o deben luchar por la igualdad en todos los aspectos y contextos en los que se desenvuelve la sociedad actual, incluidas, las procesiones dd Semana Santa.
Marta de la Fuente