domingo, noviembre 24, 2024
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La dura vida de un guardia civil en la valla de Ceuta

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Duras y precarias son las condiciones laborales que por norma general soporta cualquier guardia civil se encuentre donde se encuentre destinado, pero peor es la situación que viven los agentes del Instituto Armado encargados de la vigilancia de la frontera con Marruecos, en Ceuta. Su comandancia data de principios del siglo pasado y sus medios materiales y personales escasean, aunque desde los dos últimos saltos masivosen los que entraron de manera ilegal cerca de 1.000 subsaharianos, sus condiciones han mejorado levemente, según reconocen desde la Asociación de Suboficiales de la Guardia Civil (ASESGC). Antes de esta entrada masiva de inmigrantes el perímetro de la frontera que separa España y Marruecos, cerca de ocho kilómetros, era vigilado por un número de agentes del Instituto Armado a todas luces insuficiente para frenar un intento de entrada masiva no previsto por nuestro servicio de inteligencia", reconocen desde ASESGC.

Los dos saltos masivos ocurridos el mes de febrero han supuesto un antes y un después en el día a día de los guardias civiles destinados en el paso fronterizo entre España y Marruecos, en la valla de Ceuta. Aunque todavía existen muchas deficiencias que hacen de su trabajo y su vida allí más dura reconocen que la situación ha mejorado desde la última entrada masiva de cerca de 1.000 subsaharianos. De todos modos, a pesar de las mejoras creen que todavía no es suficiente: «Falta voluntad política» denuncian desde la ASESGC.

A partir del mes de febrero, y en determinadas franjas horarias que se consideran más «calientes», se detrae personal de otros cometidos para vigilar un perímetro de ocho de kilómetros . En caso de aviso de entrada masiva, el trabajo se realiza por equipos y no de manera individual, como se realizaba antes. «Las cosas han cambiado y ahora el personal destinado allí está mejor preparado y equipado. Por poner un ejemplo, hace poco, los guardias civiles destinados en Ceuta, recibieron unas máscaras protectoras oculares y de vías respiratorias, para dejar de sufrir ellos mismos las molestias de los gases que arrojan a los subsaharianos que intentan saltar la valla», afirman desde la asociación del Instituto Armado. 

Falta de personal

De todos modos, estos nuevos 'items'; que facilitan la labor de los guardias civiles no son suficientes como así reconocen en ASESGC: «Deberían de proporcionar a los más de 600 agentes que están instalados en la Comandancia de Ceuta, un chaleco antibalas personal, intransferible y adaptado a las características fisiológicas de cada individuo»;

Satisfacer esta necesidad supondría, entre otras cosas, que los agentes podrían desarrollar sus funciones sin estar pendiente de si un elemento básico para su protección les molesta porque les queda demasiado holgado o estrecho. El equipamiento no es la única deficiencia que han vivido los guardias civiles que desempeñan su labor en la valla de Ceuta. La escasez de personal es otra de las reivindicaciones que exige el cuerpo para poder garantizar la seguridad del paso fronterizo. Desde ASESGC creen que son «insuficientes»; el número de personas ahora destinados a vigilar un perímetro de cerca de ocho kilómetros. Esa escasez de personal se ve reforzada, al menos de momento, por diversas unidades de GRS (Grupo de Reserva y Seguridad). 

Precisamente, la presencia de una unidad GRS en Ceuta es otra de las peticiones del Instituto Armado. Hasta ahora, los miembros de la GRS comisionados en Ceuta, lo hacen en turnos rotativos y proceden desde todas las zonas del territorio nacional. «Creemos que sería más económico instalar una GRS permanentemente en Ceuta», afirman en la asociación de suboficiales.

Unas instalaciones obsoletas

Las deficiencias de personal y de material significa que el éxito de interceptar un intento de salto de la valla dependa única y  exclusivamente del servicio de inteligencia de la Guardia Civil. En este apartado, la asociación se muestra muy orgullosa del equipamiento que tienen. «Allí no se mueve un pájaro sin que nuestras cámaras lo detecten», afirman en ASESGC. El problema es que la valla está situada en una especie de vaguada y la cámara no puede detectar lo que ocurre detrás de la colina que se sitúa en territorio marroquí. Es decir, si los asaltantes llegan hasta ese punto si ser avistados por las fuerzas de seguridad de Marruecos tendrán más fácil realizar el intento de entrar en España. «Bajan muy deprisa y a pesar de los impedimentos físicos que les ponen al otro lado de la valla son capaces de descender en un corto espacio de tiempo y en menos de un minuto, reventar nuestras puertas por donde realizamos las 'devoluciones en caliente'. Están muy organizados, casi militarizados», explican en la asociación. 

Por si fuera poco, los agentes del Instituto Armado destinados en Ceuta, cuentan con unas instalaciones obsoletas y muy deterioradas. Además, los guardias civiles han de esperar una larga lista de espera para poder optar a una vivienda, según denuncian en la asociación. Por este motivo, exigen y reclaman «mayor voluntad de las administraciones» para poder dotar al cuerpo de mejores recursos materiales y aumentar los personales. «Es cierto que las cosas después del último 'susto', han comenzado a cambiar para mejor, pero no tenemos la certeza de que este cambio se prolongue en el tiempo», sentencian desde la ASESGC.

Carlos Lospitao

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