viernes, noviembre 29, 2024
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Juana Rivas da la cara y confiesa que su ex la escupía en la cara ante sus hijos

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Juana Rivas, que lleva desaparecida desde el pasado 26 de julio con sus dos hijos menores para no tener que entregárselos a su progenitor, condenado en su día por maltrato, ha decidido salir, al menos parcialmente, de su paradero desconocido para intentar aclarar el por qué de su decisión y qué motivos le han llevado a ello en una misiva que ha sido leída en las concentraciones en su apoyo. En ella, por ejemplo, se afirma que uno de los menores «recibió algún golpe» intentando defenderla de su ex pareja

Rivas añade que Francesco Arcuri, condenado por maltrato en 2009, «no es un buen padre» y que «le escupía en la cara delante de los niños», y que sigue huída porque «es la única forma» a su alcance para proteger a sus hijos, «sus joyas más preciadas», de «la auténtica pesadilla de terror» a la que se están enfrentando.

Esta madre ha querido agradecer «todo el apoyo» recibido ante el que no tiene «suficientes palabras de agradecimiento, pero sí un corazón que se expande sin límites hacia las personas con humanidad». También ha pedido a los jueces que tramitan la entrega de sus hijos a su padre, Francesco Arcuri, condenado en 2009 por un delito de lesiones en el ámbito familiar, que se pongan en su lugar y «paren esta locura».

La madre maracenera alega en la referida carta, fechada este pasado lunes 14 de agosto, que con su huida no está haciendo «nada malo» y que «si la ley se hubiera aplicado no estaría en esta situación».

En concreto, Rivas ha recalcado que si la primera juez a la que acudió en España denunciando su «grave situación» en Italia la hubiera escuchado y hubiera enviado la denuncia «inmediatamente como pone la ley, el Convenio de la Haya, no estaría amenazando» a sus hijos sino «protegiéndolos». «Pero es que ni siquiera se admitió a trámite por error y resulta que la denuncia de malos tratos, que tenía que haber llegado a Italia hace más de un año todavía no ha salido de España», ha continuado.

Rivas ha reseñado que para proteger a su hijo pequeño también pidió su custodia hace más de un año en un juzgado de familia español –ya que la del hijo mayor la tiene desde 2009, según señala en la carta–. Ante ello, «ese juzgado citó a Francesco Arcuri varias veces durante meses, protegiendo su derecho a ser escuchado, pero él nunca compareció, como tampoco nunca vino a ver a sus hijos ni aportó nada para mantenerlos», ha incidido.

«Desde que vine a España, siempre, por el bien de mis hijos, he estado dispuesta a llegar a un acuerdo pero siempre su respuesta fue que por encima de todo yo tenía que volver a Italia», ha subrayado Rivas, quien ha indicado que a sus hijos «nunca» les ha hablado mal de su padre.

«Siempre he intentado que tuvieran buena relación y hasta su padre mismo dice que siempre pudo hablar con ellos cuando quiso y, si ahora no hablan con él, no fue porque yo se lo negara, sino porque mi hijo de 11 años, a partir de diciembre, le dijo que no quería hablar con él porque no podía entender que su padre nos hiciera sufrir tanto», ha añadido.

Ante ello, Arcuri, según ha relatado su ex pareja, «no venía» a las citaciones «ni contestaba» a las llamadas de la abogada de Rivas y «a los meses de pesadilla intentando formalizar la custodia del pequeño», su respuesta fue presentar una demanda internacional como «si se hubieran raptado los niños».

Tras la demanda del progenitor «empieza un nuevo calvario», ha enfatizado Juana Rivas. Así, el 24 de noviembre pasado, tres días después de recibir la referida demanda, ésta se encuentra sentada en el banquillo de un juicio, donde le hacen tres preguntas: «¿El padre de los niños los llevaba al colegio? ¿El padre sostenía económicamente a la familia? ¿Por qué no denunció los hechos allí?».

Sobre estas cuestiones, la madre maracenera contestó que Arcuri «llevaba muchas veces al colegio a los niños» mientras él trabajaba en el negocio familiar siendo «lo único que él estaba dispuesto a hacer a lo largo del día en relación a los niños». Igualmente, «el negocio familiar estaba efectivamente a su nombre, pero pueden preguntar a cualquiera de los clientes quién hacía la limpieza, la lavandería, la comida, quién atendía a los niños, cargaba la leña, daba la cal, etcétera», ha apuntado.

«A la tercera pregunta de por qué no denuncié los malos tratos en Italia, yo les digo que cualquiera con mi historia, viviendo en una casa aislada en el campo a ocho kilómetros del único pueblo de una isla pequeña en un país que no es el mío, sin ningún familiar, trabajando con mi maltratador, viviendo en casa de mi maltratador, que controla todas mis entradas y salidas, con vecinos que me dicen que los trapos sucios se lavan en casa, no comenzaría una lucha legal sin apoyo ni recurso alguno», ha resaltado Rivas.

En este sentido, ha lamentado que la valoración que hizo la psicóloga del juzgado, «que ni siquiera está colegiada», de su hijo, el cual «contó cosas de terror y salió hasta en dos ocasiones de su despacho», no se «contemple» en el informe. Rivas se pregunta en la misiva por qué si sus hijos «son de España, un país cuya legislación lo considera víctimas de maltrato, se les condena a ser enviados sin demora con el maltratador a otro país».

Así, ha confesado que «cada situación violenta que desencadenaba este hombre era de puertas para dentro, pero nunca se privaba de que los niños no estuviesen delante», incluso su hijo «recibió algún golpe» intentando defenderla.

«Mi hijo seguía a su padre cuando éste me encerraba para ver donde escondía las llaves tanto de casa como del coche, y él, pobrecito mío, en muchas ocasiones me las traía y decía que escapara», ha manifestado la madre maracenera. «Un día Francesco dejó a nuestro hijo mayor encerrado fuera en el campo sin luz y con mucho frío durante dos horas que yo bajé al pueblo, algo que hacía para hacerme daño a mí, para que no saliera».

En ese aspecto, Rivas ha asegurado que Arcuri «no es un buen padre», sino que es un hombre «que decía los peores insultos» e incluso le «escupía en la cara delante de los niños». «Son infinitas las veces que en mi mente se reproducen las imágenes de mis hijos aterrorizados abrazándome en llantos inconsolables, no comprendían que pasaba y sentían mucho miedo», ha apostillado.

Por todo ello, Juana Rivas dedica esta carta a la juez de Primera Instancia del Juzgado número 3 de Granada, a quien indica que «por favor si en su mano aún queda algo en lo que nos pueda ayudar, que lo haga» y que encamine este proceso «hacia la cordura y la coherencia» pues sus hijos «están en peligro» si se deja caminar esta injusticia «que nos está martirizando».

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