Las fuerzas políticas catalanas ya asumen que no habrá referéndum. Podrán ponerse urnas en la calle o no, pero no será una consulta universal, democrática y legal
Las contradicciones del partido de Puigdemont, las dudas de muchos de sus responsables y el miedo de los cargos públicos a la inhabilitación suman un escenario de depresión en la política catalana.
Retraso de la Ley
La renuncia de la presidenta del 'Parlament', Carme Forcadell, a iniciar el trámite de la Ley del Referéndum solo anuncia una Diada populista y caliente, con el evidente objeto de recuperar el voto independentista perdido, según los sondeos del propio Gobierno. Pero, también, advierte de la voluntad de los cargos públicos, especialmente los exconvergentes, de blindarse, lo que impide tanto el pronunciamiento de los servicios jurídicos del Parlament como de las acciones del Gobierno.
Forcadell podría, además de calentar la Diada, pretender una acción unilateral del gobierno, algún instrumento que comprometa al vicepresidente Junqueras y al Govern catalán, antes que al Parlament.
Nuevo mapa político
En todo caso, este largo juego de maniobras y vacilaciones de los exconvergentes hoy reunidos en el PDeCAT, en manos de los anticapitalistas, esta agotando la paciencia de ERC.
A los republicanos empiezan a salirles otro tipo de cuentas. Dan por fallida la legislatura y aspiran a presidir la Generalitat. La escisión de Podemos, la plurinacionalidad de Pedro Sánchez y la amortización formal del referéndum echa una mano en las cuentas de los republicanos.
Las direcciones de ERC, Comunes y la escisión de Podemos no descartan una alianza que haga presidente a Junqueras. Creen que la alianza desvanecerá completamente al PDeCAt y Cut y podría incluir al PSC en una esfera de gobierno , salvando la irrelevancia de Iceta, que tanto daña a Sánchez. Marzo es, en ese escenario, la fecha ideal
Libertad Martínez