Con el vivido hoy en La Rambla de Barcelona, ya son ocho los atentados con atropello que han vivido ciudades europeas en el último año. Niza, Estocolmo, Berlín, París y Londres, ésta en tres ocasiones, han visto cómo vehículos arrollaban a los viandantes, desde el 14 de julio de 2016, en Niza, hasta el pasado 9 de agosto en París.
Todo comenzó el año pasado fallecieron 85 personas al ser arrolladas por un camión en el paseo de los Ingleses de Niza durante los festejos del 14 de julio, el día de la fiesta nacional francesa. El atacante, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, quien fue abatido por la policía, era un ciudadano tunecino con residencia en Francia que había alquilado días antes el vehículo con el cual atropelló a gran velocidad y a lo largo de casi dos kilómetros a grupos de congregados para ver los fuegos artificiales, dejando un reguero de muerte y de escenas de pánico a su paso. El autodenominado Estado Islámico (ISIS) asumió la autoría del atentado. El ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, declaró entonces que Lahouaiej Bouhle parecía haberse radicalizado «muy rápidamente», según la información proporcionada por personas «de su entorno».
Uno de los más llamativos fue el que tuvo lugar en París, el pasado 9 de agosto, cuando seis militares que formaban parte de la operación antiterrorista Sentinelleresultaron fueron heridos por un BMW negro que les embistió en el municipio de Levallois-Perret, a seis kilómetros del centro de París. Aunque el acto no recibió la calificación de «terrorista», el ministro del Interior, Gérard Collomb, lo definió como «deliberado» y su investigación recayó en la sección antiterrorista de la Fiscalía de París. El conductor, Hamou Benlatreche, es un hombre de nacionalidad argelina en residente legal en Francia y sin antecedentes policiales ni judiciales.
El 19 de junio, un hombre galés de 47 años, Darren Osorne, embistió con su coche a un grupo de musulmanes que regresaban del rezo de medianoche del ramadán cerca de la mezquita de Finsbury Park, en el norte de Londres. Nueve personas resultaron heridas tras el atentado y un hombre murió en el acto, aunque la Policía no precisó si había fallecido a causa del choque o como resultado de un desvanecimiento que había sufrido antes del atropello. El imam de la mezquita evitó que una multitud enfurecida agrediera al atacante. «Ya he hecho lo que tenía que hacer», declaró el asaltante tras perpetrar el asalto.
La ciudad más proclive a estos atentados ha sido Londres. En la noche del pasado 3 de junio, una furgoneta arrolló a una veintena de peatones junto al Puente de Londres. Tras el atropello, los tres ocupantes continuaron circulando hasta el cercano mercado gastronómico de Borough, descendieron del vehículo y apuñalaron a varias personas. La policía los abatió. El atentado se saldó con ocho muertos, entre ellos un español, y más de 40 heridos.
Además, un terrorista sembró el pánico en las inmediaciones del Parlamento de Reino Unido el pasado 22 de marzo, cuando atropelló con un todoterreno a numerosos transeúntes en el puente de Westminster. Después de empotrar el vehículo en una verja, atacó con un cuchillo a los agentes que vigilaban el acceso a la Cámara británica. Cuatro personas murieron en el ataque y una quinta falleció despuéscomo consecuencia de las heridas que sufrió al caer en el Támesis.
El agresor, identificado como Khalid Masood —cuyo nombre era Adrian Russell Ajao antes de convertirse al Islam—, era de nacionalidad británica y fue abatido por la policía cuando intentaba entrar en el Parlamento. También en este caso, el ISIS asumió la autoría del atentado.
También Estocolmo sufrió algo parecido cuando cuatro personas murieron y otras 15 resultaron heridas el pasado 7 de abril cuando un camión atropelló a la multitud en Estocolmo, en la calle Drottninggatan, una zona peatonal y una de las arterias comerciales de la capital sueca. El primer ministro de Suecia, Stefan Löfven, señaló que todo apuntaba a que se trataba de un «ataque terrorista».
En Berlín, un camión irrumpió en un mercado navideño el pasado 19 de diciembre y dejó 12 muertos y 48 heridos, en un ataque cuya autoría fue asumida por el Estado Islámico. El atacante, el tunecino Anis Amri, fue abatido cuatro días después por la policía italiana en Milán. Ya había estado encarcelado durante cuatro años en el país transalpino y tenía una orden de expulsión a Túnez.
El camión utilizado para atentar había sido robado a un camionero polaco —quien fue asesinado por Amri y se convirtió en la duodécima víctima del ataque— y gracias a un sistema de frenado automático no causó más víctimas. Hacía tiempo que los servicios de inteligencia alemanes temían que los mercadillos navideños fueran objetivo yihadista.