Los numerosos testigos del atentado terrorista en Barcelona dan cuenta de la magnitud de la tragedia. Los distintos relatos afirman que una furgoneta blanca se subió a la acerca central de Las Ramblas, en ese momento repleta de gente, y comenzó a atropellar indiscriminadamente y a gran velocidad a los transeúntes. «Iba haciendo eses, atropellando a todo lo que podía», ha señalado un taxista, Óscar Cano, testigo de lo ocurrido, en declaraciones a TV3.
Su relato recuerda al modus operandi utilizado en otros atentados terroristas con atropello masivo, como el de Niza. Esto es, buscando llevarse a su paso al mayor número de personas posible y causar más daño. Este taxista ha señalado que las personas atropelladas volaban por el aire al paso del vehículo, que circulaba a gran velocidad por la zona peatonal. Se cree que la furgoneta pudo recorrer una distancia de entre «300 y 350 metros», según otros testimonios.
Los testigos afirman que Las Ramblas estaban «llenas» de gente en ese momento. Y es que en pleno mes de agosto, y a la hora del atentado, un gran número de turistas suele acudir a disfrutar de este enclave emblemático de Barcelona.
Cuando la furgoneta se detuvo tras atropellar a decenas de personas, el terrorista, «muy joven, pelo castaño, delgado», se bajó del vehículo y se dio a la fuga. «Lo vi a dos metros de distancia porque la furgoneta se paró y fui a quitar a mis hijos que estaban muy cerca», ha relatado otro testigo del atentado, llamado Ángel, en declaraciones a TVE. «No vi si iba armado pero tenía algo en la mano».
Ermínia Mata, que apenas unos instantes antes había cruzado por la zona, ha señalado lo trágico de lo sucedido en Las Ramblas, con «mucha gente tirada en el suelo ensangrentada» mientras otro huían «despavoridos». Ella ha tenido que esconderse en un comercio cercano. «Hemos bajado las persianas y estamos encerrados en casa porque la Policía no deja salir a nadie».
Las escenas de pánico provocaron la huida de los transeúntes en todas direcciones y el cierre inmediato de los vecinos y los comerciantes en los edificios de la zona. En medio del caos generado, Maritza Avendaño es una de las personas que trataba de coordinar a los dueños de los restaurantes cercanos. En contacto con los policías locales mediante el móvil iba siendo informada por la Policía de los pasos a seguir. «Nos han dado la orden de evacuar. Tenemos los locales cerrados y no se puede salir», ha explicado. Según sus cálculos, unas 700 personas podrían haber quedado resguardadas en el interior de los locales.
Claudia Pais ha relatado a través de las redes sociales el estado de pánico en la ciudad, con muchas personas encerradas en las tiendas aledañas mientras por las calles había «avalanchas de personas gritando». A pesar del paso de los minutos, el miedo se mantenía porque los autores del atentado siguen sueltos. «Hemos abierto ya tres veces de nuevo y vuelto a cerrar porque la gente empieza a correr y gritar de la nada. No sabemos qué hacer», ha relatado.