Transcurren ya siete años de una terrible guerra en Siria, que hasta ahora parecía un conflicto lejano. El atentado del ISIS en Barcelona nos ha metido de lleno en la realidad de muerte y sufrimiento que llevan padeciendo los ciudadanos sirios y otros ciudadanos europeos, víctimas de atentados similares.
Una de las reacciones más comunes es atribuir a fanatismo o locura la actitud del ISIS: desprecian la vida humana y sólo buscan el Martirio. Quizás sea así, pero sus acciones responden a una estrategia de repercusión mediática muy clara, utilizando unas tácticas muy determinadas.
El Daesh ha basado siempre su estrategia en el impacto mediático en Occidente. La escenificación de brutales ejecuciones públicas, de tintes medievales, forman parte de una guerra psicológica que complementa las acciones militares sobre el terreno en Siria e Irak.
En los últimos días el Ejército Árabe Sirio ha conseguido cercar una enorme bolsa de territorio dominado por el ISIS en Siria central. Su próxima toma implicará un revés militar enorme para el ISIS, que implica su expulsión de la Siria central y el principio del fin de la organización. A quien quiera que dirija ahora el Daesh, no le queda otra cosa que ofrecer a sus fanáticos seguidores que una acción de terrorismo global que consiga llevar el conflicto a las ciudades europeas y el miedo a nuestras mentes.
Claramente se ha ordenado a sus células durmientes en Europa que realicen atentados con fuerte repercusión mediática donde y cuando puedan. Nos ha tocado a nosotros, como le podía haber tocado a cualquier otra ciudad. Los militantes del ISIS que no pueden trasladarse a luchar a Siria o Irak deben prepararse para realizar atentados localmente.
No es necesaria mucha preparación ni armamento. Basta con una furgoneta, cuchillos o un explosivo casero y una bombonas de Butano. En el caso de Barcelona, la poca preparación y recursos de los terroristas les llevó a fabricar un inestable explosivo casero que explotó espontáneamente, evitando una desgracia mucho mayor que la que ha ocurrido.
La conclusión es clara. Los acontecimientos en un desierto de Siria están directamente relacionados con los atentados que sufrimos los ciudadanos europeos. Da igual que dominemos los cielos, los mares y las carreteras. No hay armas que interceptar. No existen yihadistas moderados ni útiles. Hay que vencerles militarmente sobre el terreno, pero también hay que ganar la guerra psicológica, y eso sólo puede hacerse demostrando que es posible una sociedad musulmana secular.
Son muchos los gobiernos que apoyan conflictos en Oriente Medio por el dominio de las fuentes de energía. Si los jóvenes musulmanes ven que sus sociedades son viables y tienen futuro, dejarán de sentirse atraídos por proyectos mesiánicos como los del ISIS. Si ocurre lo contrario, tendremos que cambiar nuestra forma de vida y los yihadistas habrán ganado.
Caterina Alberti