Los recuerdos a las víctimas llenránan La Rambla de Barcelona. Han pasado diez días de la masacre y la ciudad va recuperando lentamente el pulso para acoger una manifestación que quiere mostrar la repulsa contra los ataques y el terrorismo. La capital catalana se quiere convertir en el símbolo de la unidad contra el terrorismo yihadista, que ha golpeado al corazón de una ciudad desde un entorno más que controlado por los terroristas. «Hay que desbordar las calles», ha dicho la alcaldesa en la mañana del viernes.
Rajoy había preparado la mañana con una intervención sosegada y que libraba a los Mossos de las últimas críticas, cuando ‘Financial Times’ revela la acusación de Puigdemont: Rajoy hace un «uso político de la seguridad de los catalanes».
La muerte a manos de la policía y la detención de los miembros de la célula que perpertró el atentado ha permitido recuperar ligeramente el aliento. La rápida actuación policial, la amplia investigación y el aumento de las medidas de seguridad han hecho que la sociedad, que mantuvo el corazón en un puño varios días, han dado un respiro de esperanza tras el mazazo terrorista.
Los atentados de Barcelona tampoco dejarán indiferentes las acciones legislativas. El Gobierno, en su momento anodadado por la retirada de la llamada ley Mordaza que aunque utilizada en muchos terrenos preveía acciones en la red destinadas al control de la radicalización yihadista, ha afirmado por boca del Presidente Rajoy que el Código Penal podría volver a reformarse.
Sin embargo, la polémica por el desarrollo de los acontecimientos y la gestión que se ha hecho a nivel político y policial, deja muchos interrogantes abiertos. La explosión de Alcanar, el desencadenante de los ataques según apunta la investigación, debió ser analizada en profundidad, según se ha sabido durante esta semana. De hecho, la jueza del partido de Amposta que acudió al lugar del suceso, adviritó a los Mossos de que la hipótesis de una acumulación de gas o una deflagración provocada por la actividad de un laboratorio de drogas que manejaba la policía autonómica no cuadraba con lo que se podía ver entre los escombros -una gran cantidad de bombonas de gas-.
El otro frente abierto está en la investigación del cabecilla de la célula, Abdelbaki Es Satty, el imán. Además de la fórmula que utilizó para radicalizar a los jóvenes terroristas, aumentan los interrogantes sobre por qué ninguna autoridad se fijó en un hombre con antecedentes penales, que ha pasado por prisión y ha estado vinculado con operaciones antiterroristas, como la Chacal, en 2007. Ni siquiera la pregunta de la policía belga por sus antecedentes hizo saltar la alarma entre la policía catalana, que no tenía ninguna pista de su pasado y posible desarrollo yihadista, datos que sí conocían los dos cuerpos dependientes del Ministerio del Interior, Guardia Civil y Policía Nacional.
Durante esta larga semana, la coordinación policial ha quedado en evidencia y ha sido el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, quien ha puesto orden: será el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), dependiente del Ministerio del Interior, quien coordine desde este momento la investigación, que se centra en los lazos internacionales de la célula. Un viaje a París -donde pudieron comprar detonadores para las bombas que pensaban poner-, el paso por Bélgica del imán y la vinculación de todos los miembros con Marruecos, donde han sido detenidas tres personas, hacen que la magnitud internacional del ataque se haya puesto de manifiesto. La reivindicación del Daesh, también mediante el primer vídeo en castellano de la organización terrorista, ha dado una gran entidad al ataque, planeado para ser más mortífero.
También la coordinación entre administraciones ha quedado en entredicho. Los famosos bolardos, inexistentes en La Rambla, son ahora necesarios para el Ayuntamiento de Barcelona y los Mossos, que desecharon la recomendación de la Policía Nacional ante el aumento de la amenaza terrorista. La Generalitat, en una demostración de su autonomía dentro del Estado, se ha alzado con la gestión del atentado con resbalones nacionalistas -para muchos, inaceptables- como la diferenciación entre víctimas españolas y catalanas que realizó el conseller de Interior, Joaquim Forn.
Ahora, la manifestación en el centro de Barcelona convocada por la alcaldesa, Ada Colau, se ha convertido en uno de los símbolos de la unidad del país contra la lucha. Los reyes Felipe VI y Letizia presidirán la manifestación, aunque la alcaldesa ha cedido simbólicamente esa cabecera a policías y comerciantes. El Gobierno ha fletado un avión para trasladar desde Madrid a las máximas autoridades del Estado, presidentes de comunidades autónomas y otras autoridades y parece que los independentistas de la CUP terminarán cediendo y mostrarán su oposición al terror pese a sus diferentes posturas políticas.
Paula Pérez Cava