“No se puede prohibir a las mujeres que vayan a las mezquitas”. Pero de ahí a promocionarlo va un mundo; que no se pueda prohibir no quiere decir que se recomiende. De hecho, la casa es el mejor sitio para la oración de las mujeres.
Si. a pesar de tan santa recomendación, las mujeres deciden ir deberán cumplir algunos requisitos previos: pedir permiso al marido y, el segundo nada de perfumes. De hecho, si se pone un perfume habrá de darse un baño. El caso es que, en realidad, las mujeres no deben usar perfume no solo en la Mezquita sino en la calle: solo el marido está autorizado a disfrutar de la fragancia.
El camino se hace al andar, como es sabido. Y no pueden andar las señoras por “el medio del camino”- Se va por la ladera y detrás de los señores. Hay, además, dos “vicios” de las mujeres que constituyen a los ojos de Alá y sus portavoces dos notables pecados: Hablar y comprar en la mezquita; ninguna de las dos cosas está buen considerada y exige una severa critica a las señoras.
La oración en la Mezquita, afirma el ºdaesh, está prohibida para as mujeres que están menstruando o se encuentran en el posparto. Pueden rezar en la calle, al aire libre, para evitar la contaminación de la casa de Alá.
“Las mujeres que menstruan deberían evitar la oración, en cualquier caso y en cualquier caso y lugar.
Para entendernos, las advertencias del Daesh son muy claras: “las esclavas de Alá” no pueden mostrar belleza o usar perfume. Deben abstenerse de hablar o excitarse en la mezquita. Nada de comprar y menos de sangrar. Alá, según el Daesh, es muy exigente con sus esclavas.
Domingo Labrador