domingo, noviembre 24, 2024
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Belchite: cuando todo fue sombra

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Nunca quise ir a Belchite. Ni estaba lejos, ni yo era viejo, ni me faltaba valor. Simplemente, este cronista, que ahora está más lejos y ya es mayor, no gustaba del horror de las luchas de hermano contra hermano.

Nunca quise ir a Belchite. El cronista había oído hablar  del horror del viejo pueblo devastado por la guerra, de campanarios convertidos en sombras Y, también, del horror de las vidas devastadas por la paz militar. Seis mil muertos  y un Belchite viejo derruido. Más de dos mil presos políticos, esclavizados, sin derechos, construyendo un pueblo nuevo.

Las ruinas del viejo Belchite no eran un memorial. El nuevo Belchite no era progreso. Solo un par de altares para gloria del vencedor y humillación de los vencidos.

Nunca quise ir a Belchite hasta que mi padre, con diecisiete años, me llevó a ver el horror y me contó la historia. Así era Don Juan: afirmaba, lo habría leído en alguna parte, que las ciudades son el testigo más insobornable de la historia.

Recuerdo del Aniversario

Ochenta años han pasado desde la Batalla de Belchite, en el que murieron casi 6.000 personas, entre civiles y militares. Ochenta años después, los supervivientes serán homenajeados con “Belchite: memoria y paz”, un evento conmemorativo de dos días que quiere ser un recuerdo a los vecinos que vivieron y sobrevivieron a aquellos días históricos (actualmente hay 163 supervivientes censados en el pueblo)

Como mensaje de paz se organizan los actos conmemorativos, que tendrán lugar en el Pueblo Viejo y que comenzarán el viernes,1 de septiembre, a las 22.00 horas, con el concierto nocturno 1 piano y 200 velas, a cargo del compositor David Gómez. Continuarán el 2 de septiembre, a las 19.30 horas, con el acto central.

En este acto central, las artes escénicas (música, danza y poesía) serán protagonistas junto a los homenajeados, ya que las intervenciones institucionales se alternarán con un micro recital de poesía a cargo de Ángel Andués, Mar Blanco y José Antonio Conde y las actuaciones de la compañía de danza La Mov, la Monkayo Jazz Band y la coral infantil de Belchite. Entre las piezas que se escucharán esa tarde figuran, entre otras, “Peace piece” (Bill Evans), “Meditation” (Antonio Carlos Jobim), “Mambo influenciado” (Bebo Valdés) o “Someday my prince will come”, que sonará mientras se construye una cadena de velas. 

La Batalla de Belchite 

Brunete, Teruel, Belchite, Gandesa son el rosario de intentos del ejército repubiicano por frenar los avances del ejército fascista en el norte de la península.
 
La Batalla de Belchite tuvo lugar el entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937. A sólo 50 kilómetros de Zaragoza, Belchite era un enclave estratégico, además de un municipio de gran riqueza arquitectónica, expresión del mudéjar aragonés.

El 24 de Agosto, de 1937, el ejército republicano, al mando del General Pozas inició una ofensiva que debió llevarles a Zaragoza. Las tropas fascistas de Franco resistieron al asedio durante un par de semanas antes de abandonar la ciudad, que por entonces estaba reducida a ruinas debido a los combates que causaron un gran número de víctimas entre los habitantes.

La Brigada Lincoln, el batallón británico, la brigada Dimitrov y el batallón Seis de Febrero (que integraban la XV Brigada Internacional) participaron en la batalla, junto a las tropas republicanas que ya habían luchado en el Jarama y Brunete.

Sin embargo, la República nunca consiguió reconquistar Zaragoza y en 1938 se vieron obligados a retirarse de Belchite, que fue de nuevo ocupado por los rebeldes del General Franco.

Después de que la guerra terminara en 1939, Franco, ahora dictador, decidió dejar las ruinas de Belchite intactas como símbolo de su victoria sobre la República y ordenó la construcción de un pueblo nuevo al lado del viejo. Entre 1940 y 1945 el pueblo nuevo de Belchite fue construido por presos políticos en las condiciones muy cercanas a la esclavitud en las que los presos vivieron la posguerra.

Las ruinas

Las ruinas de Belchite, a pesar de algunos esporádicos esfuerzos locales, nunca han sido tratadas como un memorial. Desde las fantásticas historias de Iker Jimenez hasta escenario de alguna película, su deterioro ha ido banalizando su terrible relato de horror.

Quizá, este cronista, si estuviera cerca y no fuera mayor, se acercaría mañana por Belchite. Sin embargo, no deja de recordar unos duros versos de Labordeta:

…Antes estuve aquí,
hoy ya no vuelvo- por los muros de adoba calcinados:…Sobre la casa yerta ya nadie se levanta.

Juan B. Berga

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