La fiesta en esta pequeña localidad del interior de la provincia de Valencia, de menos de 10.000 habitantes, se desarrolla entre un amplio dispositivo de seguridad formado por más de 700 personas, lo que se traduce en hasta cuatro controles de seguridad antes de acceder al recinto central de la Tomatina.
Los participantes, muchos de ellos disfrazados, vestidos con ropas viejas o directamente en ropa de baño, aguardan impacientes el paso de siete volquetes cargados hasta los topes con tomates maduros.
Las horas previas al inicio de esta fiesta han servido a muchos de los extranjeros -el 65 % de los asistentes- para conocer algunos productos de la gastronomía local, como las contundentes cocas con embutido, para calentar el cuerpo bailando en alguno de los bares cercanos, o tratar de subir a un mástil enjabonado coronado con un jamón.
Aunque ha llovido en buena parte de la Comunitat Valenciana en las últimas horas y el cielo presenta un aspecto nuboso, la fiesta se ha iniciado sin precipitaciones y una temperatura que ronda los 20 grados.
EFE