Hace noventa años el buque más emblemático de nuestra Armada, el Juan Sebastián de Elcano, popularmente conocido como ‘Elcano’, salió de los astilleros Echevarrieta y Larrinaga en Cádiz para hacerse a la mar. Desde entonces la magnífica silueta de este antiguo velero recorre los océanos, como buque escuela de Guardiamarinas y ejerciendo, en no pocas ocasiones, de embajada flotante de nuestro país en aquellos puertos donde hace escala. En sus nueve décadas de servicio ha dado varias vueltas al mundo, llegando a los rincones más lejanos de los cinco continentes.
‘Elcano’ nos traslada a las épocas en que los barcos solo navegaban impulsados por los vientos que cruzan los mares. Botado el 5 de marzo de 1927 comenzó su periplo un año más tarde, en abril de 1928. Por entonces los grandes vapores hoy desaparecidos, como el ‘Infanta Isabel’ o el ‘Reina Victoria Eugenia’, ya unían las dos orillas del Atlántico. Algunos, como el ‘Satrustégui’ o el ‘Eizaguirre’, llegaban hasta Filipinas y a otras posesiones españolas de ultramar. Sin embargo, ‘Elcano’ ha superado la barrera del tiempo, pues hoy sigue navegando como el primer día. Aunque desde 1956 ha sido sometido en cinco ocasiones a reformas integrales de mantenimiento de estructura y modernización de sus instalaciones. Tras casi un siglo en activo, puede decirse que se han amortizado de sobra los más de 8 millones de pesetas de los años veinte del siglo pasado (unos 55.000 euros de hoy) que costó este buque en su momento.
Cuando toca puerto durante sus viajes o al regresar a su base en el Arsenal de La Carraca en San Fernando, como sucedió este último verano al llegar a Cádiz, suele recibir la visita de cientos de personas, que atraídas por su espléndida estampa no desaprovechan la oportunidad de adentrarse en uno de los veleros más grandes y longevos que todavía navegan. Sin duda, una experiencia inolvidable. En una de sus escalas más tempranas, el 26 de diciembre de 1933, ‘Elcano’ atracó en la capital de Argentina, donde se representó una función teatral en honor de los marinos. Durante una pausa de aquel acto, Federico García Lorca, por entonces en el país sudamericano, en nombre de los españoles residentes allí dio la bienvenida al barco recién llegado. El poeta inició su saludo con estas palabras: ‘La fragata española Juan Sebastián Elcano ha llegado al puerto de Buenos Aires trayendo en sus velas toda la vieja poesía del mar’.
Caminado por su cubierta de madera, desde la popa hacia la proa, pasaremos por la toldilla, el alcázar, el combés y el castillo de este velero del pasado que navega hacia el futuro en pleno siglo XXI, con el mismo ímpetu que cuando su quilla entró en el agua aquel invierno gaditano de 1927. Los cuatro impresionantes palos que se elevan sobre la cubierta y confieren una personalidad singular a este Bergantín-Goleta tienen nombre propio, tomado de sus antepasados que como él fueron buques-escuela de la Armada. El mesana se llama ‘Nautilus’; el Mayor Popel, ‘Asturias’; el Mayor Proel, ‘Almansa’; y el Trinquete, ‘Blanca’.
Con una eslora de 113 metros, una manga de 13 y un calado de 7,3, puede alcanzar una velocidad máxima de 10 nudos usando motor. A 5,5 nudos su autonomía es de 13.000 millas náuticas (1mn son 1.852 metros). Entre los muchos elementos que posee este barco están las estaciones de radio y meteorología, la cocina con su panadería, la farmacia y la peluquería, varios pañoles (donde se guardan víveres, municiones, pertrechos, herramientas, etc.) la enfermería y el quirófano…porque este buque es como una ‘pequeña ciudad’, donde pueden vivir más de 260 personas. Incluso es capaz de producir su propia agua potable. Al ser autosuficiente, su mascarón de proa, representación de la diosa Minerva, puede hender las olas durante muchos días sin recalar en puerto.
‘Elcano’ carece de sistema de armas para el combate ya que su misión es la enseñanza, pero posee armamento ligero por si tuviera que afrontar una amenaza imprevista. Dispone de 2 cañones de 37 mm, 2 ametralladoras Browning de 12,7 mm y 2 ametralladoras MG-1 de 7,62 mm, además de armamento portátil.
La dotación de ‘Elcano’ está formada por personal profesional que embarca voluntariamente: un Capitán de Navío (Comandante), un Capitán de Fragata (2º Comandante), el jefe de estudios que es un Capitán de Corbeta, 20 Oficiales, 80 Guardia Marinas, 20 Suboficiales, 140 Cabos y Marineros y 6 civiles. Comandado en la actualidad por el Capitán de Navío Victoriano Gilabert Agote, en su labor de formación de los futuros oficiales de la Armada ‘Elcano’ realiza cada año un crucero de instrucción. La duración estándar es de unos 6 meses, recorriendo unas 20.000 millas y realizando 155 singladuras. Lejos de nuestras costas, el adiestramiento transcurre casi todo el tiempo en alta mar, combinando clases y maniobras.
Escuela de marinos y embajada itinerante, ‘Elcano’ pasea el pabellón de nuestro país por todo el globo, llevando consigo el nombre de un extraordinario navegante, Juan Sebastián de Elcano, que protagonizó junto a Magallanes una de las hazañas más asombrosas de la historia universal.
Nacido en Guetaria (Guipúzcoa) en 1476, Elcano se enroló en la expedición que en 1519 el Emperador Carlos V (Carlos I de España) envió al mando del portugués Magallanes. Luego de atravesar el estrecho que hoy lleva el nombre del marino luso y llegar a Filipinas, Magallanes murió en la batalla de Mactán contra los nativos. Elcano prosiguió con el plan trazado y finalmente, con la nao ‘Victoria’, completó la primera vuelta al mundo navegando. De los 234 hombres que salieron en aquella expedición tan solo regresaron 35. 18 arribaron a Sanlúcar de Barrameda con la ‘Victoria’ el 6 de septiembre de 1522, 12 a Lisboa semanas más tarde desde Cabo Verde, donde habían sido hechos prisioneros, y cinco más, pertenecientes a la nao ‘Trinidad’, llegaron en 1525.
A fecha de hoy, el bergantín ‘Elcano’ ha efectuado casi tantos cruceros de instrucción como años han transcurrido desde que fuera botado. Asimismo, ha circunnavegado diez veces el mundo y ha participado en cinco grandes regatas transoceánicas.
Francisco J. Castañón