El noroeste de España se quema. Asturias y Galicia están sufriendo los incendios más devastadores de toda su historia y los paisajes verdes que caracterizan el norte de la Península están desapareciendo cada minuto. En total, más de 80 incendios se han declarado en las últimas horas en ambas comunidades de los cuales once de ellos han calcinado más de 4.000.
La Consellería del Medio Rural de Galicia ha informado de que existen incendios forestales activos en las cuatro provincias gallegas de «clara intencionalidad», tras la aparición de múltiples nuevos focos en Lugo. En esta provincia existen fuegos en Friol, en la parroquia de Xía; Paradela, parroquia homónima; Samos, en Renche; Antas de Ulla, en Areas; y Triacastela, parroquia homónima. El municipio más afectado es el de Cervantes, con tres incendios forestales declarados ayer sábado alrededor de las 22:00 de la noche y que superan las veinte hectáreas calcinadas, así como los de las parroquias de Cereixido, Noceda y Donís; en este último caso con setenta hectáreas y situación 2 de alerta por proximidad a Vilarello, en plena reserva de la biosfera de Os Ancares.
Los residentes en Piornedo acudieron esta mañana a Vilarello, de donde vienen las llamas «a gran velocidad» en este momento, para ayudar en la extinción y evacuar a los vecinos de sus viviendas, pues los servicios de extinción ya pidieron que abandonasen sus casas.
En Galicia, hay once incendios forestales activos que superan las veinte hectáreas, en tres casos -Ponteareas (Pontevedra), Cervantes (Lugo) y San Cristovo de Cea (Ourense)- con situación 2, de riesgo real para núcleos poblados. De hecho, en las últimas horas vecinos de estas zonas están denunciando que varios núcleos poblados de la zona ya están «rodeados» por un fuego «totalmente fuera de control» y ha asegurado que faltan medios de extinción para salvar esta reserva de la biosfera.
También está en situación 2 de alerta el fuego que supera las 4.000 hectáreas en Pontevedra, supuestamente provocado por cuatro focos diferentes que ya se ha extendido a Redondela, Soutomaior y Pazos de Borbén. Es en este último municipio donde está en riesgo un núcleo poblado, en concreto el de Nespereira, desde las 2:37 de esta madrugada.
En la comunidad gallega, los trabajos de extinción no dan abasto. En total, hay desplegados por la zona 350 brigadas, 220 motobombas, cuarenta palas, una veintena de medios aéreos y 160 miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), apoyados por dieciocho motobombas y seis nodrizas que esperan cien compañeros más de refuerzos. A todo esto, se le suma las labores de prevención en la frontera con Portugal, donde también hay numerosos fuegos, alguno de los cuales ya ha alcanzado Ourense.
«Hacen falta refuerzos aéreos, ésto las personas no lo paran. Aquí está todo el mundo ayudando, pero necesitamos que pidan ayuda a donde sea porque esto es una barbaridad, una masacre, un dolor de corazón. Es como la catástrofe del Prestige del monte», explicaba uno de los vecinos de las localidades afectadas.
Sin embargo, todos los esfuerzos no están solo concentrados en Galicia ya que el Gobierno de Asturias se ha visto obligado a pedir ayuda también a la UME para tratar de controlar el incendio declarado en la zona de Seroiro. Por este motivo, en las próximas horas se desplazarán medio centenar de efectivos, seis autobombas y dos vehículos nodriza que se sumarán a los cuatro helicópteros y los distintos medios terrestres que el Principado ya dispone en la zona. En el resto de la región, se mantiene el nivel 1 para el incendio forestal de Degaña, y la situación 0 para el resto del Principado.
Además, el viento y el humo están complicando la extinción, lo que provoca que los helicópteros no pueden trabajar en esas circunstancias. A ellos, se les ha sumado un avión en la zona, e incluso personal de Medio Ambiente se ha sumado en apoyo de las brigadas de Medio Rural.
A pesar del gran número de incendios que azotan estas dos comunidades, se espera que la lluvia que azotará mañana lunes a una buena parte de la Península llegue a Galicia y Asturias para ayudar en la extinción de las llamas que convertirán los paisajes verdes en estampas negras y calcinadas.
Andrea Morea