martes, noviembre 26, 2024
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Seis años sin violencia de ETA

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Esta semana se han cumplido seis años del cese de la violencia de ETA, un periodo en el que las fuerzas de seguridad han seguido golpeando a la banda con la detención de 108 presuntos terroristas y que ahora mantienen el foco en sus «rescoldos» -la disidencia, por ejemplo- para su extinción total.

Desde el 20 de octubre de 2011 las operaciones contra los miembros de la banda, sus estructuras, entre ellas la de apoyo a su colectivo de presos, y contra sus arsenales no han cesado hasta dejarla totalmente descabezada y con un puñado de liberados, radicados fundamentalmente en Francia, que ronda la decena.

Han sido 108 los detenidos en este periodo por su presunta relación con ETA, con el mayor número de arrestos en 2013, con 37. Por países, 41 fueron capturados en España, en tanto que 49 lo fueron en Francia y el resto en Reino Unido, Bélgica, México, Italia, Brasil, Venezuela, Alemania y Suiza.

Golpes de las fuerzas de seguridad que se han sumado a las numerosas incautaciones de armas y explosivos, con la localización de importantes zulos, el último en diciembre del año pasado en la localidad francesa de Louhossoa en la Operación Seminario de la Guardia Civil y la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) de Francia. Una operación en la que se detuvo a cinco personas y se intervino un depósito con armas, explosivos y material para hacer bombas que ETA pretendía usar para «una acción propagandística de entrega de armas».

Gracias a las operaciones policiales, sobre todo de la Guardia Civil y la DGSI, ETA ha ido desmoronándose. Así, en julio de 2015 acabaron con el aparato técnico-logístico con la detención de sus dos cabecillas, Iñaki Reta Frutos y Xabier Goienetxea. Más tarde cayó la última cúpula de la banda, con el arresto de David Pla y de Iratxe Sorzábal, que sustituidos por Mikel Irastorza, al que le duró menos de un año su «mandato».

Fuentes de la Guardia Civil aseguran que la organización ha llegado hasta este escenario actual «agónica» y «moribunda» porque se ha seguido trabajando con «la misma intensidad», con una actividad policial que no ha parado a pesar de que la banda anunciara el cese de la violencia.

Aún así, la organización terrorista no ha desaparecido, quedan «rescoldos» y los investigadores seguirán trabajando hasta que esté todo apagado, añaden las fuentes consultadas. Y entre esos «rescoldos» preocupa, según han indicado fuentes de la lucha antiterrorista, los explosivos y armas que aún conserva la banda, que todavía tiene bajo su control pese a la última escenificación de entrega de material el pasado mes de enero.

Se trata de 120 armas de fuego, 3 toneladas de explosivo y varios miles de municiones y detonadores encontrados en los ocho zulos cuya ubicación ETA facilitó a la policía francesa en esa fecha, si bien los investigadores tienen claro que aún queda más por entregar. Antes de esa escenificación se llegó a cifrar en 200 las armas que podría tener la banda en su poder y en 5 las toneladas de explosivos.

Otro frente en el que aún se mantiene el foco es el colectivo de presos, aunque ya ha dejado de estar dirigido por ETA, por el denominado frente de cárceles.

Precisamente, ayer sábado algunos de los 48 acusados de formar parte de esta estructura de apoyo emitieron una nota de prensa para asegurar que la Fiscalía pide un total de 600 años de cárcel para ellos, detenidos por la Guardia Civil entre 2014 y 2015 en las operaciones 'Jaque' y 'Mate'. Y la mejor prueba de que ETA ya ha perdido el control de sus reclusos es que muchos de ellos se están planteando, o lo han hecho ya, acogerse a las medidas individuales de beneficios penitenciarios.

Respecto al colectivo de huidos, sobre todo en Latinoamérica, la mayoría aún tiene causas pendientes y cuenta con requisotorias judiciales y no todos se han desligado de las estructuras de la banda, como recuerdan las fuentes consultadas.

Como en cualquier grupo terrorista que ha tomado la decisión de dejar la lucha armada, en ETA también aparecen grupos disidentes con la línea oficialista.

Sobre esta disidencia ponen también el foco las fuerzas de seguridad para ver cómo evoluciona y por los derroteros que se puede mover. Es decir -continúan las fuentes-, si se trata solo de una discrepancia ideológica y se queda solo en ese plano, o le acompaña la voluntad de retomar la violencia.

No hay que olvidar que hace año y medio apareció un documento titulado «Sustraia (raíz). Propuesta para un sujeto revolucionario organizado de Euskal Herria», en el que un grupo disidente de la izquierda abertzale consideraba que «el ciclo armado del conflicto» no había terminado.

Además, defendía la legitimidad de la «lucha armada» y reivindicaba la adhesión y el apoyo «a la lucha revolucionaria de las últimas décadas» en Euskadi. 

Redacción

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