miércoles, octubre 2, 2024
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La avispa asiática, un peligro para las abejas

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La noticia de la semana pasada del fallecimiento de un hombre en Porriño (Pontevedra) que recibió 25 picaduras de la avispa asiática (vespa vetulina), mientras talaba un manzano, ha encendido todas las alarmas. Su creciente expansión está llegando a tal punto que pone en peligro las explotaciones apícolas.

Su gran capacidad de reproducción y su agresividad las coloca en la posición de enemigo número uno de las abejas. Un hecho que preocupa especialmente, pues las abejas cumplen la misión de polinizar innumerables plantas que sirven de alimento a animales, muchos de ellos a su vez sirven de alimento al ser humano. No solo eso, sino que la pérdida de las abejas supondrá la disminución de los apicultores.

Aunque la picadura de la avispa asesina, como también se le llama, supone el mismo peligro que la de la avispa autóctona – ambas prefieren la huída al ataque –, afirman desde la Xunta de Galicia en su protocolo de vigilancia y control, sí que pueden llegar a suponer la desaparición de las colonias de abejas. Y es que para alimentar a sus larvas, las avispas son capaces de matar a decenas de abejas al día con un simple golpe de mandíbula.

Del sudeste asiático hasta el norte peninsular

Procedente de China, el norte de la India e Indonesia, se introdujo en Europa a través de un cargamento de madera desembarcado en 2004 a través del puerto de Burdeos.

Desde que llegara a España en agosto de 2010 en Amaiur, Navarra, su expansión no ha hecho más que crecer. Durante ese mismo año fue detectada su presencia en el Pais Vasco, en Guipúzcoa (Legazpi, Irún, Hondarribia, Oiartzun, Pasaia, Lasarte-Oria y Aduna). En 2014 ya estaban por todo el Pais Vasco y Navarra y en parte de Galicia, Cataluña, Cantabria y Asturias.

Se están buscando métodos para combatirlas

Con el impacto en el sector de la apicultura, los propios apicultores están buscando diferentes métodos para su eliminación. Las soluciones más utilizadas son las trampas específicas para las avispas, así como el uso de un insecticida que se impregnaría en las mismas para, después, llevarlas al nido y esparcirlo entre los ejemplares restantes.

Marta Martín Gómez

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