Los titulares han servido para enmascarar la estrepitosa derrota de CatEnComú. Ni el aval de Ada Colau –los resultados de Catalunya Si Que Es Pot en 2015 se atribuyeron en parte a su ausencia en la campaña–, ni la marca de En Comú ni la experiencia política y perfil equidistante y buenista de «izquierda cuqui” de Xavier Domènech han conseguido que los comunes despegasen.
En las generales del 2016, Colau soñó la hegemonía. Obtiene 690 mil votos en la provincia de Barcelona en 2015, en las autonómicas, había obtenido 311 mil. En estas elecciones, no alcanza los 275 mil. No es que la participación no enrquezca su propuesta: pierde votos
CatEnComú ha perdido no sólo en el viejo cinturón industrial, sino incluso en la ciudad de Barcelona. El resultado es que Xavier Domènech tiene la llave que agitaba en los mítines de campaña, pero la llave no es la de la política catalana ni siquiera la de las española.
El discurso de los comunes no consigue llegar a la población del Barcelonés, comarca en la que tenía su feudo electoral – la Barcelona y cinturón metropolitano de la vieja izquierda de la que reniegan: pierde Barcelona y reduce su peso en las grandes ciudades metropolitanas.
En la campaña, en Badalona donde contaron con los exquisitos Owen y Melenchon, además de Colau, llevaron a doscientas personas y apenas obtuvieron once mil votos. La coalición, que aspiraba a ser clave si no había mayorías absolutas, logra su máximo en Barcelona, donde concentra casi todos sus escaños con un total de siete (8,41% votos), y se queda con uno en Tarragona (5,35%). Los comunes se van con las manos vacías en Girona (4,03%) y Lleida (3,9%). Porcentajes inferiores a los que la vieja izquierda (iniciativa e Esquerra Unida) obtenía en esas provincias
En 2015 la coalición Catalunya Sí que Es Pot consiguió nueve escaños en Barcelona, un 10,13% de los votos. En cuanto a las ciudades más pobladas, el resultado en Barcelona fue del 9,79% de los votos, porcentaje que ascendió al 13,37% en l'Hospitalet de Llobregat, 12,24% en Sabadell, 11,37% en el caso de Badalona y 11,2% en Terrassa. Inferiores todos ellos en esta ocasión.
Ciudadanos les ha arrebatado todos los feudos electorales, especialmente en el Barcelonés (Barcelona, Hospitalet, Badalona, Santa Coloma y Sant Adriá)
Iglesias sin discurso
Los resultados han frustrado las tres expectativas de Iglesias: la estrategia Roures (gobierno Esquerra, Comunes, PSC, con moción contra Rajoy), la presión al PSC con la llave de Gobierno, el modelo Sr. Borgen (gobierno con la minoría a la cabeza) y un discurso que obligara a Sánchez a radicalizar su posición por la reforma constitucional.
Devorada la equidistancia y los objetivos políticos, a Iglesias solo le queda un camino que quizá no puede recorrer: volver a España como le ha aconsejado Besacansa, desde que se iniciara el debate secesionista.
Los dirigentes de Podemos se volcaron en la última semana de campaña con escaso éxito de público. El desembarco de pesos pesados como el propio Iglesias o la portavoz parlamentaria Irene Montero en varios mítines no suscitó especiales entusiasmos en Cataluña.
Los responsables del partido huyeron de la quema de la noche electoral y dejaron a portavoz del partido, Noelia Vera, la tarea de explicar los resultados. La también diputada por Cádiz reconoció que los resultados habían dejado un sabor «agridulce» en un momento en que todas las encuestas muestran tendencia a la baja para el partido morado en el resto de España, con las elecciones autonómicas y municipales ya en la agenda de las fuerzas políticas.
Electorado en fuga
El PSOE no ha obtenido precisamente un gran resultado, con los núcleos tradicionales votando a Ciudadanos pero esa pérdida de voto parece haber sido compensada, precisamente, por votantes de Podemos.
La leve recuperación de la izquierda no es una buena noticia para Iglesias que suma, además, crisis institucionales y de credibilidad en las llamadas Ciudades del Cambio. Con Colau en manos de independentistas, fractura abierta en Madrid y el resto de las Ciudades en manos de fuerzas que Iglesias no controla, Podemos se encuentra en mala situación para la recuperación electoral.
La equidistancia secesionista de Podemos tampoco ha calmado las aguas internas. Mientras los anticapitalistas hubieran deseado la total ruptura constitucional y rompen con las maniobras madrileñas de Espinar, los sectores que lidian con los efectos del independentismo en el conjunto de España parecen alejarse de un Pablo Iglesias cada vez más lanzado al autoritarismo que Echenique ejerce con notable firmeza.
Miguel de la Balsa