Para unos es sólo cosa de famosas de la televisión o del cine, y para la mayoría sólo aptas para los que les sobra el dinero, pero la reina Letizia ha querido desmentir ambas teorías con las sesiones de rejuvenecimiento facial que ha llevado a cabo en los últimos tiempo.s
La esposa de Felipe VI, gracias al botox y al ácido hialurónico, ya luce unos pómulos más marcados y unos labios ligeramente más gruesos, como ha demostrado en las dos apariciones oficiales que ha llevado a cabo en los primeros días del año.
La primera vez que alguien notó algo raro en ella fue en la Pascua Militar, pero todas las sospechas se han confirmado esta semana durante su participación en el acto de entrega de los Premios Fundación Víctimas del Terrorismo en el museo Reina Sofía de Madrid.
A nadie ha pasado desapercibido que doña Letizia ha estrenado rostro en 2018, con unos pómulos más marcados y ligeramente más altos y unos labios ligeramente más gruesos, especialmente el superior. Eso sí, esos retoque no han precisado de que su majestad tuviera que pasar por el quirófano.
La técnica consiste en inyecciones de botox y ácido hialurónico, y por lo que se comenta no es la primera vez que la Reina tira de las mismas para rejuvenecer su rostro. En este sentido, el pasado mes de abril, durante su viaje oficial a Japón, la prensa se hacía eco de un ligero cambio de imagen y los expertos ya apuntaban a estos tratamientos como los responsables de su lozano y perfecto rostro.
Se trata de un tratamiento temporal que debe repetirse cuando los efectos comiencen a desvanecerse, entre los tres y los 18 meses, dependiendo del paciente, y es apto para buena parte de los bolsillos españoles, ya que cada sesión, de unos 30 minutos y que no requiere hospitalización ni anestesia, viene a costar entre 260 y 500 euros.
M. A.