viernes, noviembre 22, 2024
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Greenpeace reta a diez ciudades españolas a convertirse en sostenibles

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Albacete, Barcelona, Madrid, Palma, Pamplona, Santiago de Compostela, Sevilla, Soria, Valencia y Zaragoza, han sido las ciudades elegidas por la organización ecologista para ser pioneras en esta revolución urbana.

Greenpeace, dentro de su campaña de Consumo, va a trabajar y hacer incidencia para demandarles modelos sostenibles que integren la lucha contra el cambio climático, reviertan la pérdida de biodiversidad y creen espacios amables y sanos para las personas.

“Hemos elegido estas ciudades para trabajar con ellas cambios sustanciales en materia de residuos, salud, alimentación y movilidad. Queremos que acepten nuestro reto y se conviertan en ejemplos a seguir a nivel nacional e internacional. Porque los cambios globales se logran con victorias en lo concreto”, ha apuntado Celia Ojeda, responsable del programa de Consumo de Greenpeace.

 “Tu consumo lo cambia todo” 

El 80% de la ciudadanía española vive en ciudades, los lugares donde se consume más agua, más energía, donde el transporte causa mayores índices de contaminación, donde se consumen más productos de usar y tirar o donde se generan más residuos. Además acogen a la mayor parte de la población mundial. En 2007 se superó por primera vez el porcentaje de personas que viven en ciudades, frente aquellas que viven en el medio rural y se espera que esta cifra siga aumentando. En España, por ejemplo el área metropolitana de Madrid pasará de los 1,7 millones de habitantes que tenía en 1950 a 6,7 millones en 2030, un crecimiento que implica multiplicar por cuatro su población. Mientras, el área metropolitana de Barcelona pasará de albergar a 1,8 millones de personas en 1950 a 5,7 millones en 2030.

El objetivo que persigue Greenpeace con esta campaña es convertir las ciudades en espacios sostenibles, que aborden la gestión de los recursos naturales, la mitigación de los gases de efecto invernadero y otras formas de contaminación como una prioridad. Se busca que sean urbes más humanas, más saludables, más eficientes, menos contaminadas, con menos residuos. Espacios donde la calidad de vida, la reparabilidad, el intercambio, las nuevas economías y la comunidad tengan un peso fundamental.

“Queremos ciudades sostenibles, amables y preparadas para las personas, que reduzcan su impacto en el entorno natural. Los ayuntamientos deben ser valientes para afrontar este cambio” ha declarado Ojeda.

En su trabajo con las ciudades, Greenpeace dirigirá sus actuaciones hacia aquellos sectores que tienen más impacto en el medio ambiente y más potencial de cambio y estos serán sus objetivos:

  • Alimentación local, sana y justa: El modelo agroalimentario es uno de los que más impacto para el medio ambiente tiene, en concreto la carne y otros derivados, ya que el 14% de los gases de efecto invernadero provienen de la ganadería. Podemos cambiar a través de nuestro consumo variando nuestra dieta y demandando a los ayuntamientos que fomenten una dieta sostenible en su compra pública.
  • Movilidad para las personas y su salud: Este sector es el principal causante de la contaminación atmosférica en las ciudades. Las mayores áreas metropolitanas representan prácticamente la mitad de todas las emisiones causadas por los desplazamientos de índole urbano y/o metropolitano. Las ciudades deben optar por sistemas de movilidad sostenibles a través de Planes de Movilidad, tanto urbanos como metropolitanos.
  • Acabar con la cultura de usar y tirar: Los plásticos y, especialmente los de un solo uso, como las botellas de agua, las bolsas, las pajitas, etc.. han invadido nuestra vida. Hay que romper el mito de que lo desechable es un símbolo de progreso. Como consecuencia de una mala gestión de los residuos o de su abandono, hasta 12 millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente, formando el 60-80% de la basura marina. Hay que apostar por un sistema de gestión que fomente su reducción y el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR). Además se debe fomentar la reparabilidad, la reutilización, el intercambio y otras maneras de alargar la vida útil de los productos.

Marta de la Fuente

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