No hay que ser ningún genio para afirmar que esta semana ha sido la más difícil para doña Letizia desde que entró a formar parte de la Familia Real. Ni las críticas a la misma por culpa del proceso judicial contra Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, que pusieron en un brete a la monarquía, le habían afectado de una manera tan directa como el incidente acaecido el pasado domingo a las puertas de la Catedral de Palma de Mallorca.
Hasta gente relacionada con ese estatus, como la infanta Margarita, Marie Chantal u Olivia de Borbón la han criticado por impedir que sus hijas se fotografiaran con la reina Sofía y por haber intentado limpiar de la cara de una de ellas el beso que le dio su suegra. Sólo su hermana Telma Ortiz y su amiga Inma Aguilar, a la que conoció cuando trabajaban juntas en la CNN española, la han apoyado y han intentado quitar trascendencia al suceso en cuestión.
Y es que hasta desde la propia Zarzuela se ha reconocido este mismo viernes que el gesto de Letizia, impidiendo la foto de una abuela con sus nietas, pudo resultar “más o menos desafortunado”, por mucho que después haya intentando también echar un capote a su majestad precisando que “la ceremonia duró casi dos horas y lo que se ve son solo unos segundos”.
Un día antes, en el diario El País, la propia Zarzuela señalaba que «el incidente se ha magnificado», y que «las imágenes no reflejan lo que realmente pasó». Como ejemplo de ello se desvelaba que después del rifirrafe «la familia del Rey marchó a almorzar al Palacio de Marivent sin que existiera ningún clima de tensión».
Rey «acojonado»
Sin duda, las palabras más duras pronunciadas contra la Reina, que este jueves, en su primer acto público era silbada e incluso insultada por algunos ciudadanos, llegándola éstos a tildarla de «antipática» y «floja», las ha pronunciado en varios medios el periodista Jaime Peñafiel, experto desde hace 40 años en todo lo que tiene que ver en la Casa Real.
El periodista intervino en los espacios Anda Ya y El Programa de Ana Rosa para incidir una vez más en el carácter complicado de la reina, recalcando que «a Letizia es difícil reconducirla, es libre e independiente, pero si entras en una Familia Real… Tienen que parecer ejemplares y ella no lo es», y llegando a afirmar que «la Reina Letizia tiene acojonado al Rey Felipe».
Según él, «Letizia va por libre, tiene un marido que es muy buena persona, pero que está acojonado con ella para que no salte. Es una mujer incontrolada e incontrolable. Tiene un carácter endiablado y ya lo demostró en su pedida de mano».
Un día antes, en su entrevista para el diario El nacional, el periodista llegó hasta a asegurar que la esposa de Felipe VI es incluso violenta: «Letizia tiene un carácter violento, es incontrolable, agresiva, maleducada… Todo eso y mucho más». Hasta precisó que odia Mallorca y que desde su llegada a Zarzuela, la ruptura familiar ha sido progresiva porque «ella es una persona muy maleducada, muy soberbia y con una protección ridícula a sus hijas. Lo que ocurre es que la niña mayor está siendo una especie de copia pequeña de su madre. Está creciendo también como una niña maleducada. No es de recibo que le apartara la mano a su abuela».
El periodista hasta tildó a la Reina como una persona «provocadora» y que no parece tener ninguna simpatía hacia su suegra, «ha inculcado odio a las niñas hacia su abuela». Según él no hay nadie que le tosa en Casa Real, «no hay nadie que pueda reconducirla, como tampoco decirle que deje de meterse bótox en la cara». Por todo ello cree que «con el daño que le ha hecho a Felipe, dudo que siga enamorado de ella. Ya lo dijo Juan Carlos, o se divorcian o ella acaba con la Monarquía».
Quizás por ese nerviosismo el monarca sufrió este mismo viernes un leve percance durante uno de los tres actos celebrados en Zarzuela, que a punto estuvo de lesionarle también físicamente (moralmente ya parece estarlo). Don Felipe tropezó con la alfombra cuando atendía a una de sus visitas y, a diferencia de otras ocasiones en las que reacciona bromeando ante este tipo de situación, mantuvo su gesto serio, por mucho que poco después, tras atender sus labores sin dar importancia al tropezón, recuperó la sonrisa.
M. A.