viernes, noviembre 15, 2024
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La caza del máster

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Un falsificador de currículo más audaz que Cifuentes, Javier Viondi, es funcionario político pagado de Alberto Garzón. El aspirante a sustituir a Cifuentes, Errejón, ha sido sancionado por falsear las condiciones de una beca. El azote populista de la casta, Monedero, sancionado por la universidad por incumplir las condiciones del ejercicio profesional. 

Esta mañana, Casado presentaba documentación que desmiente las acusaciones de trampa, documentación que el medio denunciante no califica como desmentido sino como simple alegación, sin reconocer que se les había ido la mano.

Mientras, un periodista de un medio que presume de progresismo, agarrado a la acrisolada venta de extender porquería a todo el personal, buscaba compulsivamente que alguien declarara que un veterano dirigente de la izquierda u otros militantes de toda la vida, ya jubilados o lejos de la actividad política, habían hecho el mismo master que Cifuentes.

El apasionado buscador de la verdad, no se ha atrevido a preguntar directamente al investigado que, simplemente, le hubiera contestado: “muchacho, yo era del transporte”.

Cifuentes, Viondi y las trampas de la meritocracia

Hubo un tiempo en que el mérito, en política, derivaba del compromiso, la militancia social y el compromiso con las ideas. A medida que los valores conservadores inundaban la sociedad, la meritocracia sustituyó al mérito y el título al compromiso.

Cifuentes ha sido víctima de su propia presunción y vanidad. Ha permitido, si no ha alentado, que las trampas de un catedrático le dotaran de un master, tan inútil como innecesario.

No es el primer caso, ni es solo en la derecha donde cuecen habas. Pocos días antes de la campaña electoral del 2011, un candidato de IU en Getafe, Javier Viondi, presumía en la Cadena Ser de un título académico similar al del doctor House. Tiempo después era cazado en su mentira. Pero todo pasa, y años después, Alberto Garzón le premió con un cargo pagado en su formación .

Mientras todos los militantes del PP de Madrid buscan sus expedientes académicos y quienes no lo hicieron, del PP o de otras fuerzas políticas sonríen, los muchachos más preparados tratan de que no se recuerden sus pequeñas venalidades universitarias.

El candidato a sustituir a Cifuentes, Íñigo Errejón, falseó las condiciones de una beca y el portavoz y fundador del populismo hispano, Monedero, ejerció impropiamente el negocio dentro de la Universidad.

El señor de las discípulas

A esta juego de vanidades y negocio se han unido estructuras universitarias poco escrupulosas. Esta misma mañana se producía la primera dimisión en la Universidad Rey Juan Carlos. Se trata de la vicepresidenta del instituto universitario que emitió el máster de Cifuentes.

El catedrático, Álvarez Conde, factótum en el área de derecho de la Universidad, organizador del máster fraudulento de Cifuentes, ha admitido “una reconstrucción del acta” del trabajo de fin de carrera, a instancias del rector y que encargó a una de sus “discípulas”.

A nadie le ha sorprendido que cinco años después, las aprendices sigan siendo discípulas, y que deban obedecer los encargos del catedrático que había organizado una estructura, un Instituto Universitario, en la que sus “discípulas” podían ocupar espacios universitarios no tanto por su mérito como por ser “discípulas” del apañado catedrático.

Las responsabilidades

La profesora dimitida afirma, y con seguridad no miente, que no ha dado clases a Cifuentes y que su firma ha sido falseada. Su dimisión se produce por ser vicepresidenta del Instituto organizado por el catedrático. Otras profesoras, que estamparon de verdad, o falsamente, sus firmas acabarán siguiendo su suerte.

La universidad sale tocada, y la meritocracia convertida en apaño muestra la descarnada falsedad en la que se apoyaba: no era el conocimiento lo que sostenía a Cifuentes, sino el catedrático que lo apañó.

El ciclo político de Cifuentes

Cifuentes se resistirá a la dimisión pero ha sido atrapada en la mentira del mérito. Treinta años en los entresijos del PP para acabar siendo derribada, en su crédito y su autoridad política, por la simple vanidad de la titulitis. Un master de escaso valor académico y económico ha sido otorgado y obtenido fraudulentamente.

Por ahora, solo las “discípulas”, por cierto no hay “discípulos” tienen la culpa.

D.L.

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