Jaime Peñafiel parece empeñado en que se le siga odiando a la reina Letizia, sobre todo después del incidente de la Catedral de Palma de Mallorca con su suegra, y por ese motivo está dispuesto a airear noticias de la Casa Real que, en otros tiempos, nunca hubieran salido a la luzl.
El cronista, a través de su blog de La República, ‘Reino de Corazones’, da cuenta esta vez de un episodio que tiene por protagonista a un perro de raza schnauzer, bautizado con el nombre de ‘Puskin’, al que dice que quería a morir el rey Felipe VI.
Para meter en antecedentes a todo el mundo, Peñafiel recuerda primero que Su Graciosa Majestad Británica, la reina Isabel II, cumplió el pasado sábado 92 años, y que poco antes murió ‘Willow’, el más viejo de los corgis, esos pequeños perros que siempre acompañan a la Soberana allá donde esté, así como que el rey don Juan Carlos criaba los famosos golden retriever, el perro más humano de todos los que existen en el mundo.
Por ese motivo, para ocuparse de ellos en La Zarzuela, dice que había todo un experto quien, además era empleado del Banco de España. El golden era un regalo que el soberano español hacía a sus amigos, entre estos al embajador Chencho Arias que se lo llevó, incluso, a Nueva York cuando era el representante diplomático español en la ONU.
En la Zarzuela parece que hace unos años cada uno tenía el suyo o los suyos y de razas diferentes. Así, Felipe, a ‘Balú’, un terrier y, más tarde, al pobre Puskin, un schnauzer; su hermana Elena, un golden retriever, ‘Bruja’; y Cristina, un teckel, ‘Gringo’.
El rey Juan Carlos es quien más perros tenía, y su favorito fue siempre ‘Arky’, un viejo pastor alemán que se llevaba con ‘Boby’, el joven Lhasa apso de la reina Sofía, más o menos como ellos, fatal, pero, según Peñafiel, «ninguno amaba tanto a su mascota como el entonces príncipe Felipe con su pequeño schnauzer, bautizado con el nombre de ‘Puskin’ . El perrito formaba parte de su vida. Era tal la identificación entre los dos que, cuando Puskin intuía que Felipe se iba de viaje, empezaba a tener problemas de estomago, vomitando con frecuencia».
En ese instante, según cuenta el cronista, «el príncipe no llamaba a nadie del servicio para recoger los vómitos, lo hacía el mismo. Le amaba tanto que, cuando la reina decidió visitar a su hijo en la época en la que éste estudiaba en Washington, en 1993, le pidió que le llevara a Puskin».
Lo peor fue, según dice «cuando en el año 2004 contrae matrimonio, porque lo primero que hizo Letizia fue prohibir que el perro durmiera no en el dormitorio con su amo sino en la casa. No soportaba entonces ni los perros ni los gatos». Peñafiel precisa que «Felipe lo pasó muy mal. Pero, como se está viendo, para evitar mayores problemas, aceptó lo que ella había decidido. Cuando al pobre perro le echaron de la casa, debió internarse en los montes que rodean La Zarzuela. Posiblemente, moriría de frío o atacado por los jabalies u otras alimañas que habitan en la reserva porque de él no se volvió a saber».
M. A.