Es la mujer del momento. Pero, desgraciadamente para ella, que ya ha tenido que dejar la presidencia de la Comunidad de Madrid, para mal. El Máster que no existió, primero, y la cinta de vídeo de su detención por un posible hurto, parecen haber terminado con la carrera política de Cristina Cifuentes, a la que ahora todo el mundo quiere convertir en triste protagonista de la política nacional, sacando a relucir dosieres que venían circulando desde hace tres años y que no solo hablan de problemas de cleptomanía, sino incluso de supuestas aventuras sexuales.
Los chantajes y espionajes para destruirla que ella misma había denunciado antes de su dimisión empiezan a cobrar vida y se remontan un lustro hacia atrás, cuando era delegada del Gobierno y ya sonaba como posible candidata a presidir la Comunidad de Madrid por el PP, como sustituta de su amigo Ignacio González, con el que un informe decía que había mantenido una aventura sexual.
Ella tuvo conocimiento de todo ello porque un ex policía nacional le confirmó que le habían encargado realizar averiguaciones y elaborar informes para desacreditarla y acabar con su carrera. Y todo a cambio de 100.000 euros. Ese aviso llevó a la propia interesada a la Comisaría General de Información de la Policía Nacional, que llevó a cabo un barrido de su despacho y de su teléfono móvil en busca de sistemas de espionaje. Finalmente, en marzo del 2015.
Esos dosieres hablaban de problemas de cleptomanía, de su supuesta manía por llevarse cosas que no son suyas, que se remontaba a 1999, cuando tres alumnas del colegio mayor universitario Antonio Caro, de Madrid, del que fue ella fue directora hasta esa fecha, denunciaron pequeños robos de pulseras y otros objetos. Ella era la principal sospechosa de los mismos.
Relación sentimental
El otro asunto, el del sexo, fue explicado por Francisco Granados en febrero ante el juez García-Castellón, querellándose por ello contra él la expresidenta, después de llamarle ‘mezquino’ y ‘miserable’. Según él, Cifuentes e Ignacio González habían mantenido una «relación sentimental». Este jueves, otro periodista de El Periódico de Cataluña, Luis Rendueles, hablaba de la existencia de un piso y un hotel en Madrid y de varios encuentros entre Ignacio González y su sucesora.
En esa información también se ha aludido a unos anónimos enviados a Lourdes Cavero, esposa de González, para alertarla la supuesta infidelidad de su marido. Al parecer se intentó seguir la pista de esos anónimos y se descubrió que, supuestamente, las tarjetas en las que se escribieron habían sido compradas en una tienda Supercor y fueron pagadas con tarjeta de crédito. También se indica que fue la propia expresidenta la que le comunicó a Lourdes Cavero que su marido iba a ser para ella.
Una vez desvelado el vídeo del hurto de Cristina Cifuentes, otro periódico, elEconomista, ha publicado este jueves que existe una gran cantidad de facturas por estancias en hoteles que fueron cargadas al presupuesto de la Comunidad de Madrid, en los años en que ella todavía no era la jefa del Ejecutivo regional. Lo curioso sin embargo no son el coste de las mismas, presuntamente pagadas con dinero público, sino el hecho de que todas ellas corresponderían a hoteles madrileños, un hecho llamativo ya que Cifuentes siempre dispuso de domicilio propio en la capital. En ciertos mentideros profesionales se asegura que lo próximo que saldrá en los medios, después del vídeo del hurto, son fotos de la pareja en esos hoteles.
Y para que no falte de nada en esta peculiar historia, El Periódico llega a hablar de que en el ‘caso Cifuentes’ habría habido hasta magia negra, asegurando que en el entorno del Partido Popular de Madrid se hablaba de que Cifuentes «hacía vudú» a sus rivales políticos: Ignacio González y Esperanza Aguirre. Según el periódico del Grupo Zeta, algunas fuentes del PP aseguraban que podrían existir pruebas de esas prácticas en las que supuestamente se clavaban alfileres en muñecos para hacer daño a esos dos políticos.
Lo cierto es que ninguna de las dos partes de esta supuesta relación sentimental han terminado bien, ya que González fue machado durante meses por su ático en Estepona y las denuncias sobre la operación Púnica y Lezo, acorralado por la corrupción, igual que Granados. En este sentido hay que destacar la grabación en la que se oía al antecesor de Cifuentes en Madrid en la que se le escuchaba hablando con dos policías nacionales de su ático y por la que Rajoy perdió su confianza en González y eligió a Cifuentes como candidata del PP a la Comunidad de Madrid. Ahora ha sido ella la que casi ha seguido sus mismos pasos, confirmándose que en esta película los protagonistas no ‘fueron ‘felices y comieron perdices’.
M. A.