Todos comparten la misma sala. Tienen colocadas mascarillas y sus familias sólo pueden verlos tras un cristal. Están bien pero tan débiles que los médicos temen que en cualquier contacto con el exterior les contagien algo. Han estado 9 días sin comer y 17 dentro de la cueva y los doctores quieren primero que mejoren sus defensas para evitar enfermedades. Ni siquiera sus padres pueden acercarse por ahora a ellos.
Al principio les dieron sólo dieta blanda pero poco a poco ya están ingiriendo sólidos. Ellos piden mucha comida. Juegan, charlan, caminan y saludan a la cámara.
Están en buen estado físico y mental, según informan las autoridades tailandesas.
Redacción