Se acerca el 11 de septiembre y el independentismo necesita avivar un fuego que languidece ante el tono, dialogante y sereno, del nuevo ejecutivo. Puigdemont y Torra van a llamar esta misma semana a la creación de un nuevo partido político con un objetivo claro: desarrollar la república proclamada el 27 de octubre de 2017, caiga quien caiga.
“Tengo 55 años, mis hijos ya son mayores y no tengo nada que perder”, con estas palabras anunció el President Torra a el Presidente Sánchez en Moncloa que no iba a desistir “ni de la vía unilateral ni de desarrollar la república”. El celebrado “deshielo” permitió unas formas muy bellas, con amplias sonrisas, regalos y Sánchez haciendo de anfitrión en Moncloa a quien tan sólo unos días antes – 56 días- había tachado de racista. “El Le Pen de la política española”, fue exactamente como definió Sánchez a Torra.
Pero hoy el Presidente del Gobierno es consciente de que la falta de política en Catalunya, y la aplicación del 155 el pasado otoño fue exactamente consecuencia de haber dejado crecer y explotar el problema sin dialogar, es uno de los motivos por los que Mariano Rajoy ya no es presidente. La moción de censura no hubiera prosperado sin el apoyo de PdCat y ERC. La corrupción, sí, pero Catalunya también se llevó por delante a Rajoy.
Así que Sánchez ha empezado a medir sus palabras respecto a Catalunya, a separar de forma muy clara la política y la justicia. Se acabó el “a por ellos”. No ha habido aspavientos desde el ejecutivo tras la decisión del Tribunal alemán de no extraditar a Puigdemont por rebelión ¿Imaginan si esto ocurre durante el anterior gobierno?
Desde la oposición, el Partido Popular ya ha pedido suspender la libre circulación de ciudadanos por la UE. Pero el actual gabinete mantiene el temple ¿Sabían que el ejecutivo socialista ya planea llevar una resolución del Parlament ante el Tribunal Constitucional? El gobierno de Rajoy lo hizo, de forma sonora, hasta en 25 ocasiones. Algunos magistrados llegaron a expresar malestar por percibir que acudir a ellos era lo único que hacía el gobierno popular respecto a Catalunya.
El primer recurso de Sánchez ha pasado casi inadvertido porque las formas son distintas, pero si a tan sólo tres días de la primera reunión entre Sánchez y Torra, el Parlament aprueba una moción para retomar la vía unilateral hacia la independencia, el gobierno responde. “Esta impugnación la hacemos en defensa de la Constitución y del Estatut; la legalidad va por un camino y la política por otro”, palabras de la ministra portavoz al anunciar este recurso. Lo dicho, se acabó el “a por ellos”.
El que se intenta es uno de los mayores ejercicios de funambulismo jamás visto. De un lado, la bomba de relojería del independentismo, apoyado por dos millones de votos; del otro, la oposición con el argumento de que si Sánchez es Presidente es gracias a las hipotecas adquiridas con el independentismo.
Y de frente, pocas semanas hasta el momento más caliente del año en Catalunya, políticamente hablando, el 11 de Septiembre. Es difícil que el mercurio llegue a los niveles que alcanzó el pasado otoño con las leyes de desconexión y de referéndum aprobadas en el Parlament el 6 y 7 de septiembre, el 1-O de los palos, la proclamación de la República y la huida del actor principal a Bélgica durante los últimos días de Octubre.
Pero precisamente el hecho de que el tono haya cambiado desde “el otro lado” se convierte en una dificultad a la hora de mantener la crispación, que es lo que lleva años alimentando el procés. ¿Cómo se acusa de franquistas a quienes han llegado anunciando la exhumación del dictador? ¿Cómo se mantiene el “no nos entienden” ante la mano tendida al diálogo?
Al independentismo no le queda otra que rearmarse de cara a septiembre, y el músculo de la protesta en clave independentista está comenzando a calentar. Las señales desde el Parlament están siendo claras: se plantean no acatar la suspensión de los seis diputados procesados por rebelión dictada por el juez del supremo. Mientras tanto, la justicia le hace la campaña a Puigdemont, ahora liberado de la posibilidad de ser extraditado por Rebelión, y con toda la causa de Llarena en suspenso. ¿Cómo se va a procesar por ese grave delito, rebelión, a todos los implicados excepto al “cabecilla”?
Y ojo a lo que llega los próximos días: llamamiento por parte de Torra y Puigdemont, el brazo y la cabeza, a un nuevo partido político que aglutine a quienes defienden lo que se mantuvo ante Sánchez: vía unilateral, ni un paso atrás, constitución catalana y república. Se trata de separarse de quienes quieren seguir la vía legal. PdCat, liderado por Marta Pascal, y un gran sector de ERC, descabezado tras la prisión de Oriol Junqueras y la huida de Marta Rovira.
Y también, calentar motores para las siguientes elecciones, que podrían ser tan anticipadas como la próxima primavera, si atendemos a que quien propone un rearme independentista en forma de nuevo partido es la misma persona que las puede convocar.
Torra no mintió a Sánchez cuando le mostró su determinación para desplegar la República no nata del 27 de octubre. Mentir es de políticos, y él es activista. Está ahí para eso. Aunque nunca pensó que sería President, lleva toda la vida preparándose para lo que está haciendo: empujar hacia la independencia. Era y es activista antes que político, así que imaginen el otoño caliente que tenemos por delante.
Verónica Sanz