sábado, noviembre 23, 2024
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El mensaje del expresidente: “me aparto, pero no me voy”

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“He tenido el honor de ser político, y a mucha honra”. Mariano Rajoy estaba emocionado. La forma en la que le apartó de la Presidencia del Gobierno una “confabulación de perdedores, de independentistas sin más afán, sin más proyecto y propósito que acabar con el gobierno del PP” estuvo presente en todo el mensaje que lanzó en su despedida en el XIX Congreso Nacional Extraordinario del PP que se celebra este fin de semana en Madrid. Un discurso no por esperado menos contundente, y muy simbólico y emocionado por momentos.

Ante un auditorio entregado, Rajoy no sólo se ha reivindicado a sí mismo, su labor de gobierno y a su equipo durante algo más de una hora de alocución, sino que ha pedido que se haga política con mayúsculas y ha arremetido directamente contra los que se confabularon desde fuera para echarle, pero más discretamente –quizá -sólo para iniciados- hacia los que desde dentro le han ido socavando el terreno bajo los pies. Sobre los primeros, los socialistas de Pedro Sánchez, ha dicho que “se han colado por la puerta de atrás, y se comprende, porque los electores les han prohibido una y otra vez la entrada por la puerta delantera y han tenido que entrar por detrás”. Sobre los segundos, los propios, los del ‘fuego amigo’, ha dicho que “no han sido los españoles los que nos han retirado del gobierno, ni tampoco mis compañeros del partido”, y que cada uno interprete la frase como que quiera.

En términos generales, Rajoy ha hecho un discurso de despedida –aunque con un “me voy pero me quedo”- muy estructurado en el que, como se esperaba, ha tenido un gusto exquisito por no mostrar preferencias por ninguno de los dos candidatos que aspiran a sucederle: su exsegunda en el mando, Soraya Sáenz de Santamaría, y un jovencísimo Pablo Casado que cuenta con el apoyo de alguien que se dedicó durante años a segar la hierba bajo pies del propio Rajoy: José María Aznar.

Alguien podría haber esperado que fuera éste el discurso del ajuste de cuentas, pero Rajoy ha preferido criticar duramente la acciones del socialista Pedro Sánchez, al que ha dedicado una buena parte del discurso afeándole sus pactos secretos con el independentismo y los radicales, que a devolver las navajas de antiguos y modernos compañeros de partido. Si acaso, alguna referencia a la gallega, como su apoteósica despedida: “Queridos amigos, espero que se me interprete bien lo que digo, me aparto, pero no me voy” y, sobre todo, “seré leal y todos sabéis que yo sé ser leal”. Una gran ovación para una frase con mucho mar de fondo, porque parecía lanzada hacia su antecesor, Aznar, del que todos conocen los palos que puso sobre las ruedas de quien le sucedió. Aznar, por cierto, fue el gran ausente de este Congreso.

Las heridas de la moción de censura

Rajoy quiso dejar claro que si han echado al PP del Gobierno ha sido, según él, para que ‘los otros’ puedan acercar a los presos de ETA a Euskadi y pacten con los terroristas, para no confrontar contra el independentismo, para propiciar que independentistas y radicales le pasen una cara factura al gobierno y para parar los avances en la economía española que se estaba produciendo bajo el gobierno del PP. Ésa es la síntesis que, según él, ha pasado con la moción de censura que le despojó del poder.

Le echaron, mantuvo durante prácticamente toda su intervención, por querer una España “unida e igual, porque eso es lo que es España”, y añadió en este punto una receta contra el independentismo: “Lo que necesita protección en Cataluña es la libertad, y la que corre peligro es la libertad de esos catalanes que no pasan por el aro de la independencia”.

La reivindicación de los logros de Gobierno

No se explayó mucho en la autocomplacencia, pero sí lo suficiente como para reivindicar una ‘excelente’, según él, labor de gobierno, que desarrolló en puntos. “Hemos conocido “la mayor crisis del estado español y la hemos dado la vuelta por completo, y eso está en el haber del Partido Popular”, podría ser la frase resumen de una exposición en la que ha hablado de que se han creado 2,8 millones de puestos de trabajo, de que “dejamos una España incomparablemente mejor que la que nos encontramos”, de que “nos encontramos además con la declaración de independencia de una región española, algo que no había ocurrido nunca” y de que “tiene que haber un gobierno dispuesto a plantarle cara al independentismo”.

En un repaso global de su política de gobierno habló también del colapso de ETA durante su mandato, del fracaso de su doctrina y de la derrota de su proyecto criminal: “Jamás he caído en la tentación de negociar con ETA como tantos nos pidieron, jamás he pagado un precio político que pudiera entenderse como un premio para los asesinos, jamás he terroristas”. En definitiva, que “hemos derrotado a ETA a cambio de nada”. Y dijo, con evidente satisfación, que le pidieron muchas veces proceder a un acercamiento de presos “y no lo hicimos porque no se lo merecen las víctimas del terrorismo, víctimas con las que todavía están en deuda los españoles”.

En definitiva, que tras su gobierno entre 2012 y 2018, “la reciente historia de España, no lo olvidéis nunca, es la historia de un éxito”, porque “somos una gran nación, aunque algunos se ganen la vida denigrándola”. Esa decir, que “España es mejorable, sí, pero digamos la verdad completa: jamás se ha conocido una España mejor”.

Un apasionado recorrido personal

Pero quizá la parte más amplia y emotiva de su intervención estuvo centrada en su propio proyecto vital: “He tenido el honor de ser político, y a mucha honra”, frente a aquellos políticos “que no han movido ni un dedo por los demás y que no bajan a la arena ni para hablarnos de sus virtudes cívicas”. La política para Rajoy es “una actividad noble” que comporta “ilusión, compañerismo y mucho coraje”, lo que desconocen algunos que se emocionan con algunas series de culto –dardo envenenado contra el dúo Pablo Iglesias-Irene Montero por su culto a Juego de Tronos-.

“Me hice político en las corredoiras y de pueblo en pueblo” y por eso “yo sé lo que significa la política de verdad, la que no busca fotografías porque no sale en los periódicos”. En síntesis, que “me voy con el orgullo de haber hecho algo bueno para mi país”.

Iván Delgado

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