El plenario del XIX Congreso Extraordinario del PP ha visto al Pablo Casado más conservador, más en los postulados catolicistas: “Somos el partido de la vida y de la familia” y, sobre todo, “somos el partido que nos vamos a oponer a la ley de eutanasia de Pedro Sánchez por innecesaria e injusta. Ésa es la síntesis del programa social de Pablo Casado, que no conlleva ninguna novedad sobre lo que ha venido diciendo en estas primarias, pero ha reivindicado con mucha fuerza en la presentación de su candidatura para la Presidencia del PP. Un programa social que ha completado con la visión de una España unida, donde no quepa el “engaño” de un nacionalismo, o terrorista, como el de ETA en Euskadi -tuvo grandes momento de recuerdo a las víctimas del terrorismo-, o secesionista y golpista como el de Carles Puigdemont y Quim Torra en Cataluña.
En definitiva, que “somos el partido de las víctimas, de las nuestras y de los demás”, y el partido contra el nacionalismo separatista: “No queremos que levanten fronteras en el Ebro, que abran heridas en la tierra”.
El juego de la ‘integración’
Casado dio su golpe de efecto justo al final de su intervención, cuando tocaba leer la lista que presenta al XIX Congreso para hacer el comité ejecutivo con el que quiere presidir el PP. No hubo novedad en los nombres -Levy, Montserrat, Maroto, Esperanza Oña, Teodoro García, Zoido, Margallo, Cosidó, los que le han acompañado en su candidatura-, pero sí en el anuncio de que no cerraba su candidatura porque la dejaba abierta para pactarla con Soraya Sáenz de Santamaría.
Igual que había hecho previamente Soraya, Casado jugó la baza emocional del ‘yo también quiero integrar’, ofreciendo a su oponente puestos de integración si es él el que resulta elegido
Desde abajo
Pero la parte más emotiva de su discurso la centró en hacerse sentir como uno más de los militantes de base del PP: “Yo soy uno más de vosotros: yo he empezado también pegando carteles en una sede de barrio, como vosotros”, y como Rajoy, que hizo de sus inicios en la entonces Alianza Popular -luego reconvertida en PP- la base de su discurso un día atrás.
Casado jugó muy hábilmente con esa cuestión, que le vieran como un militante de base que ha ido ascendiendo poco a poco y con esfuerzo porque “a mí, que nadie me ha regalado nada, como vosotros”… No habló del máster, algo que pesa en su expediente, y de ahí los puntos suspensivos…
En todo caso, esa baza emotiva le granjeó grandes aplausos, cuando reconoció la herencia de Fraga, Aznar y Rajoy y cuando dijo machaconamente que “empecé desde abajo, llevando un boletín en una junta municipal”, para pasar luego de asesor en una consejería, como jefe de gabinete de Aznar, como diputado, y como secretario de comunicación del PP.
El PP, partido de las clases medias
Pablo Casado reivindicó al PP como el partido de las clases medias, de las personas, del campo y de la ciudad, de la libertad, el que “madruga” para levantar los cierres del comercio, el que defiende la bajada de impuestos, el que fomenta el emprendimiento, el que quiere la libertad… “en Cuba, porque si la queremos en España la queremos en todo el mundo”.
Tuvo palabras contra la corrupción, afirmando que aquí no cabe un solo corrupto, porque ya se han tomado medidas para frenar la corrupción: “No va a caber ningún solo corruptos, pero yo voy a hacer que se respete al PP, que no haya dobles raseros, que no haya juicios mediáticos”.
Y también dijo que “somos el partido que defiende la seguridad”, del gobierno que coopera en fronteras, que no hace demagogia con la inmigrción, que no fleta los barcos que luego utilizan las mafias para enriquecerse.
Iván Delgado