Daba igual si se trataba de un asunto personal o de algún tema relacionado con la seguridad. García Castaño y Villarejo siempre estaban disponibles para aquellos políticos y empresarios que estuvieran dispuestos a pagar el precio de sus servicios. Para ello, los dos comisarios no tenían escrúpulos en investigar teléfonos sin orden judicial, según se desprende de las acusaciones de la Fiscalía y de las propias declaraciones de García Castaño, en las que reconoció suministrar a Villarejo todos tráficos de llamada que le pedía. Ahora, la Fiscalía centra sus pesquisas en saber cómo accedían a estos datos. Sospechan que alguien de dentro de las propias compañías les ayudaba, una suerte de ‘topo’ a servicio de las cloacas de Interior.
De esta manera, la Fiscalía solicitó el 15 de julio, unos días después de la detención de García Castaño, que “se librara oficio a las compañías telefónicas respectivas para que informaran sobre las personas que, desde dentro de las mismas, habrían accedido a los datos de determinados números de teléfono móvil y que, por tanto, habrían podido facilitar los mismos a la organización criminal liderada por Villarejo y de la que García Castaño formaría parte, para así facilitárselos a sus clientes del Proyecto Land”. Es más, en una grabación intervenida a Villarejo, su socio Rafael Redondo se queja de que no les han dado estos listados tan bien como a ellos les gustaría. “El problema es que nos los dan mal (los teléfonos) y sin titulares. Lo único que llegas a valorar cuántas llamadas son a horas extrañas y es muy lento el proceso porque hay que ir identificando uno a uno”, asegura.
Según continúa la Fiscalía, este seguimiento de llamadas ilegítimo está “directamente dirigido a conocer vínculos de carácter estrictamente personal e íntimo, que les permitiera posteriormente utilizarlos contra ellos”. El propio Villarejo reconoce en diversas grabaciones lo habitual de esta práctica. “Respecto a los números que nos dijiste que chequeáramos no hemos encontrado nada anómalo. Lo único es que no hemos dado el salto de un poco de posicionamiento, hemos visto que algunos lo apagan mucho. ¿Te acuerdas que nos diste unos números para ver si hacían llamadas raras? Los hemos cruzado con los números que nosotros teníamos un poco calientes y no hay nada. No obstante, puede ser que muchas veces en un mes… porque lo que normalmente hacemos es un listado de un mes”, afirma el comisario jubilado en una conversación con Susana García-Cereceda.
Es más, fuentes de entorno de Villarejo y García Castaño reconocen que ellos, a menudo, presumían de saber con quién hablaba cada uno. “Podía ser una bravuconada o una amenaza velada. Siempre lo decían medio en broma, medio en serio. Pero la seguridad con la que lo decían hacía pensar que algo sí había. Lo cierto es que los contactos de estas dos personas abarcaban todos los ámbitos de la sociedad. Hablaras de lo que hablaras ellos siempre tenían un ‘tronco’ ahí que podía hacerles un favor en un momento determinado. No es de extrañar que ahora los investigadores se pregunten quiénes eran estas personas”, reflexionan, a la vez que recuerdan la relación existente entre el expresidente de Telefónica, Juan Villalonga, y Villarejo.
En este sentido, el ya famoso encuentro entre Corinna y el comisario encarcelado ahora, cuyas grabaciones se filtraron a la prensa el mismo día que García Castaño fue detenido se produjo por mediación de Villalonga, cuya actual mujer, la tercera, es amiga de la princesa alemana. No obstante, en las cintas se oye a Villalonga referirse a Villarejo como “mi gran amigo”, relación sobre la que no ha querido pronunciarse desde que la comprometida conversación copara las portadas de los periódicos. Es más, a petición de este último, el empresario accedió a hacer de puente y traductor entre él y Corinna.
En todo caso, para hacer los seguimientos de los que presumían Villarejo y García Castaño, explican fuentes policiales, se podrían haber utilizado tres vías. En primer lugar, a través de los que se denomina un MITM (Man in the Middle), una fuerte de hackeo que se consigue cuando el usuario del teléfono se conecta a una red inalámbrica maliciosa abierta que permite a los malhechores acceder a todo el contenido del teléfono y piratearlo. También se puede conseguir través del famoso sistema de interceptación de las comunicaciones, “SITEL” de la policía. Por último, basta con pedir el registro de llamadas a la compañía telefónica. Esta es la hipótesis que baraja la Fiscalía y por la que ambos comisarios tendrán que dar más explicaciones, si cabe, ante la Justicia.
Redacción