El sumario de la investigación de los atentados en la Audiencia Nacional muestra la preocupación de la policía autonómica catalana sobre el papel de Hammou Minhaj, el secretario de la comunidad islámica Annour de Ripoll (Girona) y responsable de la contratación de Es Satty.
Los investigadores siguieron la pista a decenas de amigos, familiares y conocidos de los miembros de la célula y, en casos como el del secretario de la mezquita, mostraron al juez sus sospechas y la necesidad de intervenir sus comunicaciones.
Minhaj declaró de forma voluntaria ante los Mossos el 18 de octubre del pasado año, pero sus explicaciones suscitaron dudas. Primero porque no percibió nada extraño en el comportamiento ni en los rezos del imán, pero en especial por haber ocultado que tuvo «contacto telefónico habitual con prácticamente todos los miembros de la célula terrorista».
El secretario de la mezquita había dicho a los investigadores que solo conocía a tres de ellos (los hermanos Hichamy por partidos de fútbol y Younes Abouyaaquob por una relación familiar), pero las comunicaciones telefónicas muestran lo contrario.
Minhaj tuvo 84 comunicaciones con Es Satty entre agosto de 2016 y junio de 2017. Y en fechas parecidas comunicó 20 veces con Mohamed Aalla, 19 con Said Aalla, 88 con Omar Hichamy (hasta julio, cuando dijo que no sabía de él desde enero) y 32 con Mohamed Hichamy.
En el caso de Younes Abouyaaquob, lo relevante para los Mossos es que tuvo 26 comunicaciones con él en cinco teléfonos diferentes y que la última fue a las 23.58 horas del 17 de agosto, día en el que Younes había perpetrado el atentado en las Ramblas.
Ese intento de comunicación, que duró un segundo, muestra de forma «evidente» el interés de Minhaj por conocer la situación del terrorista que en esos momentos se encontraba en plena huida.
Los Mossos concluyeron que el secretario de la mezquita tuvo contacto en mayor menor medida con todos los miembros de la célula durante el último año, en especial con los principales líderes de la misma. Y que «mintió intencionadamente»
También les extrañó su relación con Es Satty, toda vez que fue él el que lo contrató. Explicó que lo eligió porque había sido el antiguo imán del oratorio de la Comunidad Al Fath, donde lo conoció y lo consideraba un buen candidato. Él mismo lo localizó en marzo de 2017, cuando esté volvió de uno de sus viajes a Bélgica.
Lo definió ante la Policía como una persona «muy tímida y reservada», que iba del trabajo a casa, y negó haber tenido «ningún conocimiento de actividad extraña del imán» o haber recibido quejas ni consultas de su actitud dentro o fuera del oratorio.
También aseguró que sus rezos o discursos «no fueron nunca radicales», sino más bien «normales, habituales en todas las mezquitas».
Y añadió que el imán engañó a los jóvenes, pero también a toda la comunidad islámica de la localidad y a todo el pueblo.
Pero los Mossos sospecharon que Minhaj pudo tener conocimiento del adoctrinamiento, así como de los planes de atentar. A su juicio, es «difícil de entender» que no observara nada extraño en el comportamiento del imán cuando fue él quien lo introdujo en la comunidad.
Los investigadores mantuvieron la intervención telefónica, con autorización judicial, hasta julio de este año, cuando asumieron que las conversaciones no estaban relacionadas directamente con los atentados.
Entre tanto tuvieron tiempo de constatar el malestar de parte de la comunidad musulmana del pueblo con los dirigentes de la mezquita, los recelos de estos últimos hacia el Ayuntamiento o la poca disposición de Minhaj a hablar ante los medios de comunicación sobre lo ocurrido.
Redacción