La presidenta de la Cámara ha echado el cierre a la XII legislatura con una intervención de algo más de seis minutos durante los que ha hecho gala de todo aquello que los diputados le reconocen como virtudes: decir las palabras justas en el momento preciso.
En un día que se acerca a una nueva movilización por el feminismo, el 8 de marzo, en la mañana en que se ha celebrado el pleno con el que concluyen casi tres años de legislatura, Pastor ha rendido homenaje a las diputadas que ocupan sus escaños, de lo que ella se enorgullece por ser una más, según sus palabras, y ha destacado «el afecto y el respeto» que ha prevalecido entre sus señorías a pesar del tono brusco y virulento de tantos debates.
Y ha reivindicado el Parlamento como lugar central de la democracia y como motor de la mejora de la vida de los ciudadanos. Y ha agradecido al personal de la Cámara su trabajo y esfuerzo.
Un discurso, en suma, que ha hecho que todos los diputados presentes, sin excepción, desde los suyos del PP hasta los del PSOE, Ciudadanos, Podemos, ERC, etc., se pusieran en pie y devolvieran a Pastor otro homenaje.
Ha sido entonces cuando la presidenta casi se deja llevar por la emoción, pero ha aguantado, su carácter es rocoso. Se ha llevado una mano al corazón en agradecimiento y hasta aquí.
Otros sí han llorado. A Gloria Eliza, de Unidos Podemos, integrante de la Mesa, se le ha visto emocionada, igual que a Patricia Reyes, de Ciudadanos, y a Micaela Navarro, del PSOE, ambas también parte del órgano de gobierno del Congreso.
Sus señorías han abandonado raudos los escaños para despedirse y abrazarse, y hacerse fotos. Con camisetas por el feminismo, «Yo hago la huelga feminista», se ha podido leer, los parlamentarios y parlamentarias de Unidos Podemos han posado en la Puerta de los Leones. A la misma hora, los de Ciudadanos venga a selfis en el interior del hemiciclo.
Pasa siempre con las despedidas: que se acaban los ciclos, las etapas de una vida; que se echa la mirada atrás y ves a compañeros y amigos; y que se llora y se besa, que es lo que han hecho José Manuel Villegas y Francisco Igea, los dos de la formación «naranja». Las rivalidades políticas se diluyen, pocas cosas unen tanto como el adiós.
Se ha vivido ese ambiente en el Congreso este jueves, de camaradería y fraternidad, y eso, tras una legislatura «crispada», como ha dicho Alberto Garzón, de IU, es normal que emocione.
Pastor ha vivido o padecido muchas asperezas, pero siempre ha tenido a mano la ironía para aplacar los ánimos.
No la ha evitado hoy, como cuando ha agradecido el trabajado de los diputados que quizá en ese momento estuvieran «en la cafetería».
Quizá por ello la han aplaudido tanto y todos se han puesto en pie, y casi consiguen emocionarla. Casi.
Ángel A. Giménez