Son los objetivos de estos centros que aunque funcionan desde hace años en España, en 2016 decidieron unirse en la Asociación de Escuelas de Segunda Oportunidad (E2O) que esta semana celebra en Madrid el IV Encuentro Nacional bajo el lema «#GenerandoTalento», en el que este miércoles participa la Ministra de Educación y Formación Profesional (FP), Isabel Celaá.
«Son unas escuelas diferentes, que rompen las aulas, que no tienen libros y que están formando a los trabajadores que van a sostener la sociedad en los próximos años», explica Sara Martín, de la Federación de Plataformas Sociales Pinardi y detalla que se financian con el apoyo de administraciones autonómicas, locales y empresas.
Los 35 centros que hay acreditados en España para impartir esta formación, en los que trabajan unos 750 profesores, tienen una línea dedicada a formar en oficios y otra centrada en dotar a los jóvenes de la posibilidad de retomar los estudios y titularse, según Martín.
En este sentido, Ximo, uno de los educadores de Iniciàtives Solidaries de Valencia, advierte de que «el sistema está muy estructurado, muy estancado y no está hecho para todo el mundo» por lo que «si no entras dentro de ese cajón eres inviable y se te expulsa».
Rechaza que sean «los chavales los que no funcionan» y aboga por ir «a su contexto, entender la mochila que llevan detrás y conocer la situación que tienen en casa», antes de «centrar y crear un itinerario personalizado» y dejar claro que el fracaso no existe.
Así lo comprobó Azahara tras abandonar sus estudios a los 12 años porque no le brindaban el apoyo que necesitaba y conseguir en el Centro de Acollida de Iniciatives Solidàries terminar Secundaria y «tener sueños y aspiraciones».
Azahara, que ahora lucha por ser diseñadora de fallas, asegura que reconoce que ha comprendido que se puede conseguir lo que se quiere «con un poco del apoyo que no te dan en el instituto.
Una opinión que comparte Íñigo, que con 21 años se ha incorporado este curso a un taller de carpintería de la Cooperativa Peñascal de Bilbao, en el que ha experimentado «como la madera saca lo mejor de él».
Destaca que estos centros «no se fijan en tu trayectoria anterior» y motivan continuamente a los alumnos, a los que, además, brindan apoyo psicológico.
Asegura sentirse «más en una empresa que en un instituto aprendiendo» por la formación práctica que imparten frente a los centros más tradicionales con profesores estancados «soltando el mismo rollo desde hace mil años».
AM