«Yo creo que todos los exámenes son difíciles y que únicamente cuando has estudiado y has trabajado durante el curso estás en condiciones de aprobar», explica, en una entrevista, el candidato de la confluencia Adelante Cádiz.
Como profesor de Secundaria utiliza esta «metáfora docente» para mostrar que él se siente en buenas condiciones para superar este próximo examen.
E incluso de mejorar la nota con la que en 2015, y con un pacto de gobierno con Ganar Cádiz y el apoyo a su investidura del PSOE, logró que una fuerza política recién nacida desbancara a la popular Teófila Martínez, que había gobernado la capital gaditana durante veinte años con cuatro mayorías absolutas.
«Ahora ponemos encima de la mesa el aval de los resultados, hechos, la experiencia adquirida y, sobre todo, una visión mucho más madura y más concreta de las necesidades y del rumbo a seguir en el futuro», explica.
Aunque en otras ciudades del cambio como Madrid o Barcelona la situación no es tan clara, según los sondeos, González asevera que en Cádiz la confluencia sale «a ganar por mayoría absoluta».
Kichi, de la corriente Antipapitalistas dentro de Podemos que rechaza entrar en un gobierno con el PSOE, también cree es «absolutamente descartable, imposible» pensar en un posible pacto de gobierno con los socialistas a nivel local si los resultados electorales lo exigieran.
González cree que su mayor logro en estos cuatro años ha sido «haber estirado al máximo posible los límites de las instituciones».
«Yo evidentemente sigo pensando que las instituciones tienen sus límites, pero haber podido estirarlas al máximo y haber conseguido cosas que a priori parecían imposibles creo que es de lo que más orgulloso me siento, por ejemplo haber conseguido que Cádiz sea una de las tres ciudades de España en la que a nadie se le corta el agua por cuestiones económicas, creo que es un gran logro», dice.
Lo que más le ha frustrado, señala, no son los límites de las instituciones sino «comprobar cómo diariamente la oposición de esta ciudad se ha aliado para boicotear permanentemente el ejercicio de gobierno, ya sea por la vía de la entente política en los plenos o por la vía de la judicialización», con las catorce causas judiciales que se han abierto contra sus decisiones y gestiones.
Kichi asegura que, aunque cuatro años como alcalde «evidentemente te cambian mucho» por «la maduración, la profundidad y la solidez con la que uno es capaz de enfrentarse a una mirada de ciudad», sigue sin ser «un político al uso».
«La diferencia es que tengo una experiencia militante en la calle, yo me he arremangado las mangas de la camisa antes de llegar al Ayuntamiento, no soy de profesión político, conozco los problemas de la calle, he sufrido la precariedad laboral, he sufrido lo que sufre la gente normal», mientras que la mayoría del resto de los políticos «llegan directamente desde los cursos de formación de sus respectivos partidos a la escena y antes no han tenido ninguna experiencia».
Kichi, que ya se ha acostumbrado a ponerse el traje de chaqueta cuando el protocolo lo precisa, asegura que también en lo personal ser alcalde «te cambia muchísimo».
«Cambian las prioridades, sacrificas tu yo en pos de algo común, lo colectivo se convierte en lo prioritario, es muy difícil compaginar con eso la familia, los amigos, tus aficiones, tus necesidades», reconoce.
Y él, que acaba de ser padre de su tercer hijo con la líder andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, se ha entregado a esa renuncia consciente de que para él el ejercicio de la política «es un compromiso que tiene también un límite en el tiempo» y «una fecha de caducidad».
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