La jefa del primer Ejecutivo de coalición en Madrid, junto a Ciudadanos, ha tenido que superar ochenta días de negociaciones con Ciudadanos y Vox y enfrentarse a críticas de la oposición por el préstamo que la entidad pública Avalmadrid dio a su padre, antes de prometer su cargo.
Lo ha hecho este lunes en la Real Casa de Correos, donde rodeada por dirigentes y barones autonómicos del PP, ha subrayado que su Gobierno tiene como pilares la libertad, la bajada de impuestos y la eficacia en los servicios públicos.
En un discurso precedido por un largo aplauso, Díaz Ayuso ha reconocido que necesitará ayuda para gobernar y ha abogado por subrayar «las coincidencias» y poner «el consenso y el diálogo por encima de la tensión permanente y el conflicto» tras alcanzar un pacto con Cs y lograr el apoyo externo de Rocío Monasterio (Vox).
La presidenta se ha comprometido además a «dialogar con todos los sectores sociales, instituciones y partidos políticos» para que «Madrid siga siendo el motor económico de España», mientras que ha apuntado a que en Madrid serán «colaboradores y a la vez exigentes» con el Gobierno de la nación.
Respaldándola ha estado el presidente de su partido, Pablo Casado, que ha destacado de Díaz Ayuso su «valía intelectual» y ha señalado que en Madrid hará una «demostración» del proyecto que el PP quiere acometer en España.
Además la popular ha estado arropada por el expresidente madrileño Alberto Ruiz-Gallardón y también por la expresidenta Esperanza Aguirre, que ha hecho su primera aparición pública después de que la Fiscalía Anticorrupción pidiese su imputación, junto a la de Cristina Cifuentes, en la pieza separada del caso Púnica que investiga una supuesta financiación ilegal del PP.
Ante los periodistas, Aguirre ha dicho no estar preocupada por esta petición: «Como no he hecho nada irregular y por supuesto nada ilegal pueden investigar lo que quieran», ha defendido.
No ha acudido Cristina Cifuentes, que sí ha deseado «todo lo mejor» a la presidenta publicando en redes sociales una foto de ambas, y tampoco el expresidente Ignacio González, imputado en Lezo.
Junto a Aguirre estaba sentado como expresidente Ángel Garrido, que tras pasar de PP a Ciudadanos volverá a formar parte del Gobierno, esta vez como consejero de Transportes, Movilidad e Infraestructuras.
El futuro vicepresidente, Ignacio Aguado (Cs), ha defendido que habría sido una irresponsabilidad no haber contado con Garrido en el Ejecutivo y también Casado le ha mostrado su apoyo, pues aunque ha admitido que le sorprendió que cambiase de formación, ha querido acentuar la alianza forjada con Ciudadanos.
Desde Vox, cuyos votos son imprescindibles, la portavoz Rocío Monasterio ha asegurado que serán «vigilantes» con lo pactado y ha criticado que la administración pase de nueve a trece consejerías -siete del PP y seis de Cs- puesto que su partido defiende la eliminación del gasto político ineficaz, la «grasa».
Pablo Casado ha asegurado que Díaz Ayuso es una persona «honesta» e «intachable» y ha criticado lo «sufrido» estas semanas por ser a su juicio «muy injusto» con la familia de Díaz Ayuso y con la propia presidenta.
En una jornada protagonizada por el PP la oposición apenas se ha hecho notar.
Por parte de la izquierda solo ha acudido el portavoz del PSOE Ángel Gabilondo, que ha pedido a la popular que no use Madrid como un bastión contra el Gobierno de Pedro Sánchez y ha criticado los consejeros elegidos, entre los que destacan Javier Fernández-Lasquetty y el magistrado Enrique López, por no ser «muy progresistas».
No ha acudido en cambio el portavoz de Más Madrid, Íñigo Errejón, que en el debate se erigió como el principal adversario político de la presidenta y en su lugar ha asistido la portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, Marta Higueras.
Tampoco se ha dejado ver por Sol la portavoz de Unidas Podemos, Isabel Serra, que en Facebook ha dicho que se debe a la ciudadanía y no una presidenta que a su juicio no explica los «escándalos».
Entre las ausencias destaca también la del diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto, que ha dejado la silla vacía pese a haber confirmado su presencia tras el polémico tuit en el que calificaba de «bien comidos» a los migrantes a bordo del Open Arms.
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