Queda lejos la campaña electoral del 28 de abril, cuando se enfrentaban dos bloques: uno de izquierdas que se ofrecía a frenar al trío de la Plaza de Colón (PP, Cs y Vox), y el propio trío que renegaba de fotos en las que aparecieran juntos pero luego era capaz de acordar y gobernar en las instituciones.
Ante el nuevo proceso electoral, el PSOE persigue armar una mayoría parlamentaria y para conseguir esos votos que permitan formar con holgura un gobierno progresista, mira al centro y en concreto al segmento más a la izquierda de Cs, el partido que, según los sondeos, tiene menos fidelidad de voto.
Y aquí está la pelea, en persuadir y convencer a esos votantes moderados que dudan entre votar Cs, PSOE o abstenerse.
En una carta a la militancia, el propio Pedro Sánchez ahonda en la idea de que sólo el PSOE es capaz de vertebrar un gobierno de progreso, carga contra el grupo confederal de Unidas Podemos y contra «las derechas» que «frustraron» los resultados de 28 de abril y se erige como la «izquierda moderada» y «reformista», que combate la injusticia «sin embarcarse en aventuras».
En una misiva difundida el pasado fin de semana, Sánchez pide a los suyos que muestren la carta a «familiares, amigos y compañeros» para hacer correr la voz: «Llevemos nuestras idea y razones a todas partes» a fin de extender el mensaje de que «sólo hay un voto capaz de dar lugar a un gobierno de progreso».
En esta tesitura, el Partido Socialista da por hecho que por la izquierda hay poco que rascar, centra la campaña en atacar la figura de Pablo Iglesias y ofrecerse como partido transversal, con un programa fortalecido y como garantía de progreso.
Ante esta lucha por ganar espacio electoral, la irrupción del partido de Íñigo Errejón preocupa en los círculos internos de PSOE ya que de presentarse podría «complicar» el escenario, aunque creen que, en todo caso, podría afectar más al ámbito electoral de Unidas Podemos.
Otro asunto que analizan los socialistas es cómo podría influir en los resultados del 10N la hipotética presentación de la coalición España Suma (PP, Cs e incluso Vox).
Parece que la supuesta entrada en el panorama electoral de esta alianza de la derecha podría beneficiar al PSOE que entiende que «la suma de partidos, puede hacerles restar».
Según las fuentes consultadas, muchos votantes de Cs rechazan al PP y mucha gente del PP, no tiene simpatía por los de Rivera y está más próxima a Vox. Por tanto, dicen, «la suma de partidos no hace que uno más uno sean dos, y a lo mejor dos más dos son tres».
En declaraciones a EFE, el politólogo del CSIC José Fernández Albertos también cree que el PSOE quiere consolidar la «luna de miel» tras el 28A pero ahora se enfrenta al descontento de una parte de la izquierda, «difícil de gestionar».
Sobre una «balsa» de votantes que esté optando entre Cs y PSOE, Fernández Albertos admite que aunque exista, «no es enorme en términos electorales».
También se pregunta en qué medida la apuesta del PSOE por seducir al votante descontento de Cs, puede desmovilizar al electorado más de izquierdas que «al fin y al cabo fue el grueso de la victoria el 28 de abril».
A juicio de Fernández Albertos, este es el dilema, cómo compaginar ser un partido de orden frente al caos del multipartidismo y mantener a los votantes más a la izquierda.
Y recuerda que la historia constata que cuando la izquierda se desmotiva, gana la derecha y está por ver en qué manera el hecho de que el PSOE «no supo o no pudo» acordar una investidura, se traduce en «distanciamiento y desafección».
Estrella Digital