viernes, noviembre 22, 2024
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El CSIC saca del anonimato, con un homenaje, a sus científicas pioneras

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El CSIC en Madrid se ha llenado hoy miércoles de mujeres – aunque no solo- para honrar por primera vez a aquellas que «han dejado una gran estela científica y humana» y que seguramente no recibieron en su tiempo «el apoyo y la promoción» que merecían, como ha dicho la especialista en biología celular y molecular Flora de Pablo.

Porque el CSIC «tenía una deuda» con todas esas investigadoras pioneras, casi todas ya jubiladas, pero también con las que ya no están, ha indicado al inicio del acto la primera presidenta en los 80 años de historia de esta agencia estatal, Rosa Menéndez.

«Quiero agradeceros a todas -ha señalado- que estéis aquí, poner nombre, apellidos y cara a la labor que habéis realizado, que se haga visible, palpable, que salgáis de ese anonimato, que la sociedad vea que la ciencia española ha crecido gracias a la contribución de nuestras científicas».

Menéndez, que ha destacado la labor de la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC, ha asegurado a las pioneras que el suyo es «un ejemplo que va a seguir iluminando» cada día y que el homenaje no es solo «un acto de un día».

Una jornada para homenajear a las mujeres, pero sin olvidar que en la ciencia «hay que valorar la capacidad de las personas, su valía profesional sin consideraciones de género».

Entre las alrededor de 80 científicas presentes, ha tomado la palabra Dolores Cabezudo (Madrid, 1935), química analítica especializada en alimentos ya jubilada de su labor en el CSIC.

Durante su intervención, Cabezudo ha dejado claro el espíritu y la determinación de aquellas mujeres que el siglo pasado decidieron abrirse camino en un mundo al que solo los hombres parecían tener derecho a pertenecer.

Mujeres que no se resignan, pues como ha dicho Cabezudo: «no mencionaré los obstáculos inherentes a nuestra condición de mujeres, ni la escasez de recursos, ni ninguna carencia, porque hasta el eco de estas verdades sirve de propaganda para que se repitan».

Mujeres agradecidas, porque recuerda que antes de ellas hubo otras «que se encargaron de disipar las chinitas de nuestro incipiente camino. No fuimos marcianas aterrizando en un mundo carente del aporte femenino» y ha citado en especial a las científicas de la II República.

Mujeres imaginativas, y es que a las científicas de la generación de Cabezudo no les sorprende «cuando se dice ahora que hay que buscar maneras nuevas y frescas de pensar, porque esa era nuestra forma de hacer: encontrar mejores formulaciones de la verdad y hacerlo antes que nadie».

Mujeres solidarias pues «otro rasgo de nuestra época era la colaboración y el intercambio de conocimientos entre científicos, hombres y mujeres».

Mujeres seguras de sí mismas. Aún recuerda Cabezudo que por su campo de especialidad, en el vino, a veces tenía que asesorar a algún juez en un litigio para dictar sentencia y rememora al que le dijo que «nunca había tratado un científico tan convencido de la seguridad de sus métodos. Nosotras fuimos así…»

Mujeres luchadoras a las que ningún tema de investigación les parecía pequeño «como tampoco le pareció sin importancia a Pasteur que Napoleón III le encomendara estudiar por qué enfermaban los gusanos de seda en Francia».

Mujeres inconformistas. Cabezudo ha recordado cómo fue la primera catedrática en impartir la conferencia de apertura en la Universidad de Castilla la Mancha para el curso 1999/2000.

«Y tuve que oír que se debía a que el comienzo de siglo merecía una guinda. Lo interpreté como inevitable. Entre ser guinda de pastel o ser infantilizada no veo mucha diferencia», ha añadido Cabezudo.

La científica ha dedicado aquella apertura de curso a las once primeras mujeres ganadoras de un Premio Nobel, «con gran asombro de muchos de los asistentes que solo conocían a una».

Cabezudo resume que las vidas profesionales de todas las pioneras han llegado a este 2019 tal y como señalaban las previsiones de Santiago Ramón y Cajal: «Concluida la ardua labor seremos olvidados, pero algo nos consolará considerar que, gracias a nuestras iniciativas, el mundo objeto de nuestro afanes resultará un poco más agradable e inteligible». 

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