En una jornada celebrada este viernes en la sede de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), convocada por Anecpla y la Asociación Empresarial de Sanidad Ambiental de la Comunidad de Madrid, técnicos de ambas asociaciones y del Ayuntamiento de Madrid han abordado un plan de erradicación de esta «plaga».
La rata negra (Rattus rattus), originaria de Asia, es muy ágil, pesa en torno a 250 gramos, tiene una enorme capacidad de reproducción y puede trasmitir enfermedades como leptospirosis o salmonelosis.
Estos roedores, que hasta el momento se solían encontrar en zonas portuarias, en Madrid se pueden localizar en los árboles de los parques o en jardines, no como la rata gris que se encuentra en el alcantarillado, por lo que en la jornada se ha pedido también colaboración a la ciudadanía para avisar a las autoridades si se detecta algún foco.
El primer caso se detectó a finales de 2018, según ha señalado en declaraciones a los medios el jefe del departamento de control de vectores del Ayuntamiento de Madrid, José María Cámara, presente en la reunión celebrada este viernes.
A lo largo de este año se han ido encontrando más focos, según Cámara, quien ha indicado que en este momento existen “diez localizaciones de la ciudad que están bajo vigilancia y control”.
Desde el Ayuntamiento de Madrid no han concretado las ubicaciones donde hay presencia de rata negra, aunque han señalado que «algunas son propiedades privadas» y calculan que el número de ejemplares en cada localización es de entre diez y quince.
En opinión del responsable del Ayuntamiento de Madrid, una de las posibles causas de la aparición de ejemplares de rata negra en la capital podría ser el clima, ya que suelen localizarse en zonas costeras.
“Probablemente el clima influye, porque si es una rata más tropicalizada este escenario es mejor para ella”, ha apuntado.
Ha subrayado que la presencia de rata negra puede afectar potencialmente, por ejemplo, a la seguridad alimentaria, a la salud pública y también pueden tener un impacto en la biodiversidad, aunque de momento la preocupación “es más cualitativa que cuantitativa”.
El plan de erradicación previsto consistirá en informar a los actores implicados -ciudadanos, profesionales y empresas- para “resetear” toda la información y poner en marcha “todas las medidas” necesarias, en principio preventivas, como la limpieza, gestión de zonas verdes, soporte profesional de control de plagas, revisión y la detección rápida de casos.