jueves, noviembre 21, 2024
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Madrid clama por la libertad sexual, la seguridad y la integridad física de las mujeres

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A pesar de la epidemia del coronavirus y del cielo plomizo del invierno madrileño, miles de manifestantes han salido a las calles para reivindicar la igualdad y exigir el fin de la violencia y las discriminaciones que padece la mitad de la población.

Más de 120.000 personas, según la Delegación del Gobierno en Madrid, se han unido en el centro de la capital contra el machismo, una «alianza» que ha estado por encima de las discrepancias en el seno del Gobierno por la ley de libertad sexual y de los intensos debates que se han dado en el seno del feminismo sobre la prostitución y su sujeto político.

Eran muchas las razones por las que la Comisión 8M de Madrid llamó a participar en la marcha, cuyo lema ha sido «Con derechos, sin barreras, feministas sin fronteras», desde la precariedad a las violencias machistas, pero la exigencia de las mujeres de vivir su sexualidad en libertad ha sido la protagonista de la manifestación.

El «sola, borracha, quiero llegar a casa», un clamor ya clásico de las protestas feministas que ha estado en el centro de la polémica política tras el impulso del anteproyecto de ley de libertad sexual, se ha vuelto a escuchar hasta la saciedad en las calles madrileñas.

Pero no sólo, han sido numerosos los lemas que han pedido respeto por la sexualidad y los cuerpos de las mujeres: «Sobrias tampoco nos dejáis volver» o «que arda el miedo» son mensajes derivados de ése que pide que ellas puedan volver sin miedo y seguras a sus casas.

Con más de cien mil personas alrededor, las más jóvenes decían a sus madres: «Mamá, tranquila, hoy no voy sola por la calle».

Y al ritmo de batucada se ha bailado y cantado «Un violador en tu camino», la canción contra la violencia sexual que crearon las chilenas Lastesis y que ya se reproduce en todo el mundo.

No sólo se protestaba contra la violencia sexual, también se pedía libertad para decidir a quién amar y se hacía diciendo «ama sin am@», «me gustan las peras, me gustan las manzanas, y en la cama con quien me dé la gana».

El espíritu de la manifestación ha sido festivo. Como ha explicado el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, la movilización se ha celebrado sin incidentes y en un clima de normalidad y ambiente reivindicativo.

Se han visto pocas mascarillas para protegerse de los virus, pero sí bastantes referencias a la epidemia del coronavirus: «La verdadera epidemia es el patriarcado» o «el machismo mata más que el coronavirus (por eso estoy aquí)».

El patriarcado ha sido el enemigo más nombrado y se ha visto a mucho niño pequeño, y también algún anciano en la marcha, como la señora de 94 años en silla de ruedas que portaba una pancarta en la que se leía «Aquí sigo, por vosotras no me rindo».

Ha habido recuerdos a las 1.046 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas mediante aquellas que han sido las «voces de las que no pueden gritar», esas víctimas a las que quisieron enterrar «pero son semillas»; y rechazo frontal contra la violencia de género porque «no es digno ni moral el maltrato soportar».

La lucha contra el racismo, el fascismo y la precariedad laboral se han dejado sentir, así como la llamada al respeto de las mujeres transexuales. Y ha habido espacio para la memoria, para recordar a feministas históricas y reivindicar a las grandes olvidadas.

Los principales partidos políticos, salvo Vox, y una nutrida representación del Ejecutivo han acudido a la marcha de Madrid, que han tenido que abandonar los representantes de Cs tras ser increpados por algunos manifestantes.

Ocho ministros han apoyado las reivindicaciones feministas. La ministra de Igualdad, Irene Montero, caminó junto a la pancarta de Unidas Podemos en la que podía leerse «Unidas, libres y feministas»; algo más atrás de la cabecera, también el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias.

Tras la pancarta del PSOE -«Mujeres libres, mujeres iguales»-, la vicepresidenta primera, Carmen Calvo; la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la de Educación, Isabel Celaá; la de Exteriores, Arancha González Laya, y la de Política Territorial, Carolina Darias. También estaba junto a los socialistas la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez.

La ministra de Igualdad ha abogado por una «gran alianza feminista» que permita a las mujeres seguir avanzando y conquistando todos los derechos y Calvo ha subrayado que la revolución de las mujeres es «imparable, pacífica y absolutamente cargada de justicia». 

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