Con las cifras de llegadas de inmigrantes a Canarias en niveles desconocidos desde la crisis de los cayucos, aunque aún lejos de las entradas de 2006 (3.200 frente a 32.000), la inmigración ha centrado este viernes parte de la conversación que han mantenido los presidentes del Gobierno, Pedro Sánchez, y la comunidad autónoma, Ángel Víctor Torres, en Lanzarote, donde el primero pasa unos días de descanso.
La cita se produce después de dos acontecimientos relevantes en este ámbito: los dos naufragios que este jueves costaron la vida en las costas del Sahara y Mauritania a más de 50 personas que trataban de llegar a Canarias y la manifestación protagonizada un día antes por un grupo de vecinos de Tunte (Gran Canaria) para tratar de impedir que se trasladara a su pueblo a inmigrantes en cuarentena.
Pedro Sánchez ha abandonado el lugar de la reunión -el Cabildo de Lanzarote- sin hacer declaraciones, pero a ambos hechos se han referido a su salida tanto el presidente de Canarias como la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, que conoce bien este problema, porque vivió en primera persona la anterior crisis migratoria de las islas como delegada del Gobierno.
«Esto es un drama humanitario, lamentable y penoso, que produce tristeza. Hay personas que tienen que abandonar su hogar, su pueblo su ciudad, su país, su continente, sus familias… y en muchos casos, como acaba de ocurrir, para perder la vida en la travesía, cuando lo que quieren es tener una esperanza», ha señalado Torres.
El presidente de Canarias ha sido tajante sobre cómo responder ante situaciones como la que se produjo en Tunte, donde incluso tuvo que intervenir la Policía para que la Delegación del Gobierno pudiera alojar en la antigua residencia escolar del pueblo a un grupo de inmigrantes llegados el domingo, que llevaba tres días durmiendo bajo carpas en el puerto a la espera de sus pruebas PCR.
«Hay cuestiones ante las que tenemos que concienciarnos. No cabe ningún brote, ningún gesto, ninguna acción xenófoba en un mundo en el que las personas se tienen que mirar a los ojos y saber que somos todos absolutamente iguales. Por lo tanto, desde aquí, mi repudio más absoluto a cualquier gesto xenófobo, porque minimiza a la sociedad y nos empequeñece como seres humanos», ha añadido.
En términos similares se ha expresado la ministra Darias, que considera que estamos ante «episodios muy aislados» de xenofobia, pero que resultan «reprobables y no representan a la ciudadanía de este país, ni de esta tierra, ni en especial al municipio de San Bartolomé de Tirajana», donde se encuentra el pueblo de Tunte.
Darias ha defendido que las administraciones tienen «el deber moral y ético» de ayudar a que mejoren las condiciones de vida en los países de origen de los inmigrantes, porque «si mejora la vida allí, no emprenderían un viaje en el que muchas veces se juegan la vida», como ha ocurrido esta semana por tres veces con pateras rumbo a Canarias (en Tarfaya, Dajla y Nuadibú, con al menos 57 muertos).
«La muerte es una fatalidad y nos golpea. A mí me golpea personalmente, igual que a muchísima gente de bien de este país, porque son personas que tienen ganas de mejorar su vida, como podemos tenerlas cualquiera. Por lo tanto, quiero manifestar nuestras condolencias y dolor por esas muertes y por tantas otras que se han producido», ha apuntado la ministra.
Torres también ha hablado con Sánchez de la necesidad de «trabajar con los países de origen, porque los convenios se tienen que actualizar y tiene que haber controles en las fronteras».
Respecto a la discrepancia que mantiene con el Estado sobre la acogida de los inmigrantes durante los períodos obligatorios de cuarentena, el presidente de Canarias se ha declarado convencido de que se resolverán y de que la comunidad autónoma acabará cerrando un convenio de gestión compartida con el Ministerio de Inclusión.
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